Los perros, durante años son considerados los compañeros fieles de los humanos. Poseen una lealtad inquebrantable, gran capacidad para comprender y adaptarse a personas. Además, de su carisma y afecto, estos animales sorprenden con su asombrosa inteligencia, que va mucho más allá de los trucos que pueden aprender.
Respecto a la inteligencia canina, la revista Nature publicó una investigación referida a cuál es la raza más inteligente. Para ello, participaron 1.002 canes pertenecientes a 12 razas distintas y un grupo adicional de perros mestizos. Fueron sometidos a una serie de pruebas diseñadas para evaluar varios aspectos de su comportamiento e inteligencia.
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Este es el perro más inteligente
Tras una larga investigación, los especialistas que la llevaron adelante señalaron que el famoso perro que acompaña a los policías se quedó con el primer puesto en este ranking de inteligencia. Se trata del Pastor Belga Malinois que se posicionó sobre los otros animales con una puntuación de 35 puntos sobre 39 posibles. Este resultado sorprendió ya que esta raza no estaba reconocida en las listas anteriores.
Los perros del estudio pasaron una serie de pruebas que evaluaron distintos rasgos de comportamiento. Entre las que podes citar: actitud respecto a una persona desconocida, exploración del entorno, resolución de problemas lógicos y tiempo que empleaban en resolverlos. También la iniciativa cuando no recibían instrucciones por parte de un humano, confianza en la propia memoria y persistencia a la hora de resolver las tareas asignadas.
El Pastor Belga Malinois es un perro utilizado por fuerzas de seguridad debido a sus habilidades especiales y generalmente, no estaba incluido en las mediciones anteriores. En segundo lugar, quedó el Border Collie, conocido como la raza de perro más inteligente. Vale señalar que medir la inteligencia de un can siempre es complicado porque algunos de los factores evaluados, como la relación con los humanos, están condicionados por dos variables importantes: la propia personalidad del animal – que, más que de la raza en sí, depende específicamente de los progenitores – y la función para la que han sido criados históricamente.
