Las paredes del hogar se pueden percudir con el correr de los años. Este tipo de suciedad es inevitable en las de color blanco (o también otros tonos claros) y en especial cuando se manchan con grasa o sustancias de tonalidad oscura. Además, si hay niños en casa, es probable que también se ensucien con frecuencia.
Es por eso que mantener las paredes limpias, luminosas y blancas puede volverse un desafío. Muchas personas se resignan y toman la decisión de pintarlas cada unos cuantos años. Pero existe un truco de limpieza que es fácil de aplicar y económico.
¿Cómo limpiar las paredes con lejía o lavandina?
El método es sencillo. Solo debes asegurarte de tener lejía en tu hogar y guantes de goma. Dado que es un producto químico bastante corrosivo para la piel, es mejor tener las manos y parte de los brazos protegidos. Luego debes diluír la lavandina (como también se llama a la sustancia en otras partes del mundo).
Lo ideal siempre es diluir la lejía: una parte de este líquido en cuatro o cinco de agua. Luego debes empapar un paño limpio con esta mezcla y frotar con suavidad sobre las manchas de las paredes. Para no dañar la pintura de la pared o humedecerla demasiado, asegúrate de que no se escurra la sustancia lograda anteriormente.
Finalmente, enjuaga con un paño húmedo y luego seca con otro paño seco la superficie. Como mezcla alternativa, en especial para las manchas de grasa, puedes aplicar una solución de jabón neutro y agua. También puedes intentar remover la suciedad con agua tibia, vinagre blanco y un poco de bicarbonato de sodio.