México era un país clave para la Alemania Nazi, su cercanía con Estados Unidos lo convertía en un trampolín para estar al tanto de todo lo que planeaban contra el régimen de Hitler, por ello llegó al país en la década de 1930, Arthur Dietrich, quien a través de la Casa Booker, una antigua ferretería en el Centro Histórico (que aún está vigente y en operación) orquestaban distribución de propaganda a favor del régimen nacionalsocialista.
Dietrich recibía en tornillos y maquinarias los mensajes que mandaba la Gestapo para posteriormente en su despacho de la calle Viena en la colonia Juárez transcribirlos y traducirlos al español, luego los llevaba a imprimir y los distribuía en la prensa mexicana. Datos históricos revelan que diarios nacionales como El Universal y Excélsior publicaron esos manifiestos, pues Dietrich compraba ese espacio para promocionar los intereses de Alemania en América.
El Führer mexicano, espiaba México
Esta labor lo hizo conocido en México como el "Führer mexicano" por lo que con la llegada de Rüth von Collenberg, ministro plenipontenciario alemán quien lo designó encargado de prensa, su popularidad creció aún más, se dice que este personaje estaba bien parado con las altas esferas nazis por lo que operaba con total libertad sobre el territorio mexicano y logó mezclarse con la cúpula empresarial de México, pues usaba esa fachada de empresario para pasar inadvertido como espía.
Así logró colarse entre influyentes mexicanos del gremio de la comunicación con quienes hizo gran amistad y lazos que favorecieron sus tareas de difundir en América el mensaje de Hitler, entre ellos personajes afines al fascismo, periodistas, políticos, empresarios, gobernadores e incluso intelectuales como José Vasconcelos quien bajo su nombre y seudónimos publicó artículos antisemitas y apoyando completamente la ideología nazi mediante la revista Timón financiada por Arthur Dietrich, de acuerdo con lo publicado en el libro "Los nazis en México" de Juan Alberto Cedillo.
En México se difundieron publicaciones abiertamente nacionalsocialistas, como el Deutsche Zeitung von Mexico (Periódico Alemán en México) o el NS-Herold (Heraldo Nacional-Socialista), órgano oficial de difusión del Partido Nazi, así cada vez fue mejor aceptado el pensamiento liderado por Adolfo Hitler en nuestro país hasta donde también llegó una bella mujer quien apoyó de manera directa las tareas de espionaje: Hilda Kruger.
Estados Unidos, preocupado por el espionaje nazi en México
El gobierno de Estados Unidos pronto inició una campaña en México contra el espionaje nazi, la idea fue respaldada por el presidente Lázaro Cárdenas, por lo que el "Führer mexicano" fue expulsado del país en 1940 acusado de propaganda, espionaje y sabotaje contra el gobierno, esa decisión se tomó en conjunto entre las autoridades norteamericanas y las nacionales. Hay que destacar que a los estadounidenses les preocupaba mucho que los alemanes tomaran la decisión de invadir México, pues sabían que habría varios sectores de poder afines a las ideas nacionalsocialistas.
La revista Timón, editada por José Vasconcelos, era el medio perfecto para difundir a todos los mexicanos las ideas del nacionalsocialismo y de paso un discurso donde se reconocía la caída de las potencias europeas que durante años dominaron México, por lo que se aludía un tono "alegre" en aquel discurso, de hecho también se decía que ni el poder de Estados Unidos se salvaría del avance que promovían las ideas de Hitler y su sueño de progreso.
"...ni Inglaterra volverá a lo que fue; ni Francia tornará a ser el feudo de Frentes Populares y Estrellas con más o menos puntas de Oriente o de Occidente; ni los Estados Unidos van a escapar del cambio universal”, se leía en el primer número de la revista Timón. Hitler era visto como un libertador de los oprimidos por las potencias mundiales, así como un gran orador, político, estratega y militar, lo que causó alerta a los norteamericanos quienes presionaron a Cárdenas para que la publicación fuera cancelada en junio de 1940.
La hermosa espía alemana que enamoró a un presidente de México
En el libro Hilda Krüger: vida y obra de una espía Nazi en México, el escritor Juan Alberto Cedillo detalla el vínculo que la actriz tuvo con el régimen comandado con Hitler, pues fue amante del ministro de propaganda alemán Joseph Goebbels y el mismo la envío a este país en 1941 con la consigna de conseguir información de primer nivel.
Hábil para las relaciones personales, Krüger supo tejer una red de espionaje tanto en México como en Estados Unidos y no tuvo reparo en meter a su cama a quien fuera necesario para conseguir su objetivo, por lo que supo conquistar a personajes como Miguel Alemán, quien entonces era ministro de Interior.
Antes de llegar a este país la rubia alemana de ojos azules estuvo en Estados Unidos, donde consiguió enamorar a importantes hombres como al multimillonario petrolero Jean Paul Getty quien fue su puerta de entrada a selectos círculos sociales donde se coló con tal naturalidad que pudo filtrar información sin levantar sospecha.
Ahí se enteró que México preparaba la nacionalización del petróleo, por lo que en 1941 llegó al país, pues los nazis necesitaban ese combustible para enfrentar su lucha contra la Unión Soviética, por lo que su primer paso fue seducir a Ramón Beteta quien fue subsecretario de Exteriores y quien le facilitó conocer a Manuel Ávila Camacho, entonces secretario de Gobernación.
De él obtendría toda la información que mandaba al régimen Nazi, pero su época como espía no duró mucho, pues Estados Unidos sabía de la presencia de alemanes en México y tras el ataque japonés de Pearl Harbour exigieron al gobierno mexicano la detención de 22 personas entre ellas Hilda Krüger, quien logró salvarse gracias al favor de su amante, pues el presidente Ávila Camacho ya había ordenado su detención.
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