Pese a que han pasado varias décadas desde que Adolfo Hitler sembró el terror en el mundo con su ideología nacista, muchas personas continúan teniendo cierto apego a estas ideas, lo cual ha provocado varios eventos trágicos.
Pese a que Noruega es un país tranquilo con bajos niveles de delincuencia y alto nivel de seguridad, la distorsionada ideología de un psicópata puso en jaque a las fuerzas públicas y sembró el terror entre la sociedad al quitarle la vida a 77 personas y herir a más de 300.
Los crímenes de Anders Breivik
El responsable de la tragedia es Anders Behring Breivik, un terrorista noruego de extrema derecha que aludía a la degradación de la sociedad noruega debido a fenómenos como la migración.
Anders planeó un meticuloso ataque compuesto por dos actos criminales, primero, la explosión de un auto bomba en las cercanías de los edificios gubernamentales más importantes en la ciudad de Oslo.
El segundo sucedió durante la reunión de una organización política en la isla de Utøya, donde resultaron heridas más de 300 personas y fallecieron más de 70, en un ataque que duró varias horas.
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Egocentrismo
Anders fue capturado por la policía y durante su proceso dio muestras de su altivez, egocentrismo y sinrazón, por lo que aludió no sentirse responsable de la matanza porque en ocasiones es necesario cometer una barbarie para frenar otra aún mayor.
El terrorista afirmó que actuó en nombre de su pueblo, su religión y su país, por lo que los crímenes fueron planeados con varios años de anticipación y sustentados bajo un manifiesto que él mismo escribió.
El neonazismo político de Anders Breivik
El documento consta de 1,500 páginas, dónde se explica a detalle las razones de sus crímenes, pero a la vez también deja ver que Anders tiene una personalidad obsesiva y psicópata, que es un peligro para la humanidad.
La obsesión del criminal llegó a tal grado que se operó la nariz para tener rasgos más arios y utilizó maquillaje para que su piel se viera más blanca. Pese a ser un criminal de alta peligrosidad, Anders enfrenta una condena que bien podría ser considerada como débil para otras culturas, pues solo pasará 21 años como máximo en prisión.
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