Columna invitada

La República de la villanía…

La presunción de inocencia es una aspiración etílica; se le trae a colación siempre y los políticos se llenan la boca al pronunciarla, pontificándola con la mano derecha

La República de la villanía…
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Asistí con agrado a la presentación del libro Procurar Injusticia, obra de Carlos Pérez Vázquez —jurista de cepa y abolengo, filósofo, ensayista y, sobre todo, un ser humano excepcional—, cuyo pensamiento honra no solo a su familia, sino a la intelectualidad mexicana. Carlos es un amigo entrañable, de esos escasos personajes que brillan por su lucidez y honestidad.

Su tocayo, Carlos Pérez Ricart, moderó con destreza la presentación de este libro que, en mi opinión, debería ser lectura obligada: su contenido es revelador, su prosa precisa y amena, y su sarcasmo —una risa necesaria ante tanta podredumbre— alivia sin restar profundidad. Ajena a tecnicismos, sus líneas nos llevan por pasajes históricos olvidados, pero cruciales para sostener su tesis central: el “pecado original” del México moderno, es decir, las consecuencias devastadoras del asesinato de Venustiano Carranza; la primera gran traición de la revolución tras la promulgación de la Constitución de 1917, producto de un golpe militar ejecutado con precisión, organizado y secundado por varios generales encabezados por Abelardo L. Rodríguez:  figura siniestra que encabeza la galería de villanos que desfilan por sus páginas. 

Procurar Injusticia no es un gabinete de curiosidades en cuyos cajones se almacenan las desgracias nacionales en la materia; es, ante todo, un ejercicio sin precedentes que denuncia el control político de las fiscalías; la ausencia de técnicas de investigación serias; la fabricación arbitraria de casos; la impunidad; la apuesta al olvido; y la doble moral. Carlos nos recuerda con la fuerza de un aforismo, casi un axioma, una realidad de este país: a la cárcel sólo van los pobres, mientras que los ricos y poderosos son premiados, incluso, sus nombres, recordados en plazas, calles, avenidas, hasta escuelas. 

En la República de la villanía, la presunción de inocencia es una aspiración etílica; se le trae a colación siempre y los políticos se llenan la boca al pronunciarla, pontificándola con la mano derecha, pero aumentando el catálogo de delitos que justifican la prisión preventiva con la izquierda. ¡Qué paradoja! Carlos evoca los ideales de Benito Juárez sólo para constatar qué lejos estamos de ellos. 

Desde Obregón al actual fiscal, el desfile de personajes indeseables y sus acciones, pintan de cuerpo entero a este México surrealista, colorido, lleno de esperanza, pero marcado por la desgracia, la injusticia, el engaño, y la manipulación. En el país de las desapariciones forzadas, desde la Guerra Sucia hasta las que derivan del narcotráfico y otros fenómenos de la inseguridad, constatamos cómo varios villanos siguen en la nómina del mal, se resisten a desaparecer, y cómo surgen nuevos, ataviados con diplomas de instituciones nacionales y extranjeras. 

En fin, como en la Biblia, la historia nacional está llena, casi desbordada, de personajes facinerosos. ¡Bravo, Carlos, leerte es un privilegio!

Diego Latorre López

@diegolgpn

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