Las prohibiciones generan ilegalidad y detonan mercados negros. Prohibir no sirve, salvo a los criminales, que se llenan los bolsillos. El ejemplo más acabado, es la absurda prohibición de los vapeadores. En lugar de regular, se optó por perseguir y prohibir. Los resultados están a la vista de quien quiera verlos.
Los tenderos de México están pagando los platos rotos de la prohibición de vapeadores y del crecimiento del contrabando de cigarros, mientras los contrabandistas multiplican sus ganancias y tienen un negocio redondo.
Según un reciente estudio del Colmex y la APEC, el 75% de los consumidores de vapeadores los adquieren en el mercado negro, y en el caso de los cigarros, 4 de cada 10 ya son ilegales.
Esta situación ha desplazado las ventas formales golpeando a un millón de pequeños comerciantes.
Antes, un tendero podía vender estos productos de manera legal. Tenían un origen lícito, pagaban impuestos y a su vez contribuía a las arcas públicas con cada venta. Antes, los consumidores podían acudir a un mercado legal que les garantizaba estándares mínimos de calidad.
Hoy, ni hay mercado legal, ni se garantiza nada, salvo las ganancias a grupos criminales. Se fomenta el comercio ilegal, no se pagan impuestos y la salud de millones de consumidores está en riesgo. Vendedores ambulantes y plataformas informales se llenan los bolsillos, sin pagar impuestos ni cumplir regulaciones.
El golpe no solo es a los comerciantes; es al gobierno. Cada año, se pierden más de 13 mil millones de pesos en evasión fiscal por el comercio ilegal de tabaco y vapeadores.
Mientras tanto, estas ventas se han convertido en una muy lucrativa fuente de ingresos para grupos del crimen organizado, que han encontrado en la prohibición una oportunidad para expandir su negocio con productos de origen desconocido y sin estándares de calidad.
Se quería combatir el consumo, pero se terminó agravando la crisis en distintos frentes: seguridad, salud y economía.
Se estima que en 2024 había aproximadamente 5 millones de usuarios de cigarrillos electrónicos y 2.6 millones de usuarios de tabaco calentado. Bien, pues esos usuarios han sido orillados por medidas prohibicionistas al mercado negro.
El valor estimado del mercado anual de cigarrillos electrónicos en 2024 fue de 26 mil 316 millones 127 mil 194 pesos. ¿A quién van esas utilidades? En su gran mayoría a los bolsillos de grupos criminales. ¿Quién pierde? Además de toda la sociedad, el gobierno, que deja de percibir por motivo de impuestos millonarias contribuciones.
Las prohibiciones no traen nada bueno. Fomentan la ilegalidad, alimentan la comisión de delitos y, en este caso, dañan la salud de millones de consumidores.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN
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