Si uno se atiene a las leyendas, Donald Trump bien podría ser el primer presidente al estilo mexicano de Estados Unidos, aunque ciertamente no por nacionalidad, ni mucho menos por simpatía o afectos personales.
No. Simplemente porque trata de concentrar el poder en su oficina, o más bien en su persona. Quiere dictar los términos políticos, económicos, sociales y hasta culturales de su país, de la misma forma en que se cree gobiernan, o gobernaban los presidentes mexicanos.
Es "la costumbre del poder", como la retrató Luis Spota en su famoso ciclo de novelas sobre la política en México. Y hoy los estadounidenses la viven abiertamente, sin recato.
En el caso mexicano las visiones de omnisciencia, omnisapiencia, infalibilidad y poder total sufrieron un brutal deterioro a partir de las crisis económicas del último tercio del siglo XX, cuando junto con el terremoto de 1985 pusieron en duda la figura del gran Tlatoani, solo para alzar la cabeza de nuevo durante el sexenio pasado.
Después de todo, los cortesanos son cortesanos bajo cualquier régimen, ideología, raza o cultura. Y a diferencia de lo que ocurrió en México cuando el foco era el ocupante temporal de "La Silla", la cortesanía en Washington se fija en Trump, que no solo sabe, define y decide todo, al menos para un sector de los estadounidenses, sino disfruta y es el primer oficiante de su propio culto.
¿Alguna vez un mandatario mexicano decidió hacer una obra faraónica, pero relativamente inútil y sin más razón que parecer políticamente correcta? Ciertamente la necesidad, los costos y la utilidad de construcciones con esas características quedarían sujetas a debates entre partidarios y adversarios del jefe de gobierno.
¿El "muro" fronterizo es realmente necesario y verdaderamente "defiende" a Estados Unidos de la llegada de indocumentados? Puede alegarse que las expulsiones, los anuncios de arrestos y deportaciones, así como las presiones sobre países de paso han sido más efectivos que una barda que se sabe puede ser superada.
Pero es un símbolo fìsico de la voluntad del presidente Trump para enfrentar el problema migratorio. Tal como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles fueron simbólicos de lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador definía como lucha contra la corrupción neoliberal.
El control ciego del Congreso por el partido en el poder ha sido una característica de los sistemas políticos autoritarios o paternalistas, con la correspondiente descripción de la oposición como negativa, destructiva, antipatriótica, antidemocrática.
Y hoy los republicanos, con un precario control de las cámaras del Congreso en Estados Unidos, no solo marchan obligatoriamente al unísono sino que presionan para que el Poder Judicial rinda su independencia, ante lo que el presidente Donald Trump describe como la voluntad popular encarnada en él.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
MAAZ