Leí el libro que hace 10 años escribió sobre su vida el actual vicepresidente de Estados Unidos, obra con la que se hizo famoso. Fama que lo llevó luego a ser senador, y, poco tiempo después, uno de los vicepresidentes más jóvenes de la historia de ese país. Hoy tiene 40 años.
Un libro sobre las memorias de alguien de 30 años que para ese entonces no había hecho gran cosa en su vida, parecería, en principio, un despropósito. Y así lo afirma el propio autor James David Vance, conocido como J.D. Vance. Pero en este caso fue diferente.
Nacido en agosto de 1984 en Ohio, creció en una típica familia de clase trabajadora de la zona de los Apalaches del estado de Kentucky. Una región olvidada, sin oportunidades, e invadida por la pobreza.
Ese lugar conocido como de los montes Apalaches es la zona de la cordillera de los estados de Kentucky, Tennessee, Virginia, Maryland y Carolina del Norte, principalmente. Es una región que ha sido explotada por la industria de la minería, sobre todo la del carbón.
En ese lugar del país más rico y poderoso del mundo, no hay acceso a educación de calidad, cuenta con servicios médicos muy precarios, y no hay infraestructura adecuada en sus ciudades. Esto limita las oportunidades de empleo, y así se ha perpetuado con los años el ciclo de la pobreza. Ahí la movilidad social es casi inexistente.
En esa región se encuentra mucha de la clase blanca trabajadora, los conocidos como rednecks o white trash. Ahí votan por Donald Trump, son muy patriotas y les gustan sus soldados, consumen muchas drogas y son muy violentos. A la gente de esa zona los llaman, de forma peyorativa, Hillbilly.
La vida que Vance describe en su libro (titulado como esta columna) es sin duda de novela, y hasta de película; Netflix hizo luego una adaptación del libro.
“Las estadísticas dicen que los chicos como yo tienen un futuro lúgubre; que si tienen buena suerte lograrán no depender de las prestaciones sociales, y que si tienen mala suerte morirán de una sobredosis de heroína”, escribe Vance.
Creció realmente con sus abuelos, ya que su papá era alcohólico y los abandonó, y su mamá era drogadicta. En una de las tantas anécdotas que cuenta, dice que los niños de esa zona tienen muchos problemas dentales causados por el exceso de refrescos con azúcar. Su mamá le ponía Pepsi en el biberón prácticamente desde recién nacido.
Después de terminar la escuela secundaria en Kentucky, se alistó en los Marines de Estados Unidos, y sirvió en Irak en 2005. Luego se tituló de abogado en la Escuela de Derecho de Yale. Más tarde se hizo director de una empresa en Silicon Valley. Una verdadera hazaña de película.
Vance nos describe una cultura en declive, una clase social en decadencia, cada vez más empobrecida, cada vez más violenta, cada vez más alejada del sueño americano.
Una comunidad olvidada a la que Donald Trump tiene años hablándole. A ellos los está matando el fentanilo, ellos han perdido empleos y por eso las políticas proteccionistas que promueve el presidente de Estados Unidos.
Los Hillbilly tienen en J.D. Vance a un héroe, a un símbolo, un verdadero ejemplo del sueño americano. Por eso Trump lo escogió como fórmula en las pasadas elecciones, y le funcionó.
Homero Niño de Rivera
Diputado Federal
@HomeroNR
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