Columna invitada

La calle Madero [II]

Andariego le cuenta a su amigo Vagancio; escucha lo que dice Novo del Palacio de Iturbide en su Guía de la Ciudad de México, publicada por el entonces Departamento del Distrito Federal en 1970

La calle Madero [II]
Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Los alegres compadres siguen su andar por la calle Madero, visitaron el Palacio de Iturbide para ver la exposición Nacimientos. Arte y Tradición Popular, la cual solo se exhibe este mes.

Andariego le cuenta a su amigo Vagancio; escucha lo que dice Novo del Palacio de Iturbide en su Guía de la Ciudad de México, publicada por el entonces Departamento del Distrito Federal en 1970, “Esta hermosa casa fue proyectada por el arquitecto mexicano Francisco Guerrero y Torres, para los marqueses de San Mateo del Paraíso, en el siglo XIX”.

Más aún, se deja escuchar Andariego con la Guía en las manos, el maese Novo escribe, “Agustín de Iturbide ocupó este palacio, cuando entró a la capital al frente del Ejército Trigarante en 1821. De aquí salió para ser coronado como emperador el 21 de julio de 1822; sus puertas las traspuso después camino del destierro”.

Debes saber le dice Vagancio a Andariego, de acuerdo al libro El Palacio de Iturbide editado por el Banco Nacional de México en 1981, “Orgullo arquitectónico de México es la residencia que a fines de siglo XVIII erigió, con lujo y magnificencia, el Marqués de Jaral de Berrio, y en la que vivió don Pedro de Moncada, marqués de Villafont”.

Además, “Los sucesos que ocurrieron en esta casa señorial y las vicisitudes que padeció son interesantes, pues de hogar de una de las familias más encumbradas del virreinato, pasó a ser Palacio Imperial durante los dieciocho meses que lo habitó don Agustín de Iturbide”.

En este número 54-C estuvo la Librería Medina, bien lo recuerdo, coinciden los andantes, atendida por el diligente, amable, educado y de impecable vestir don Jesús Medina Trejo, rescató y editó los tres tomos de La Ciudad de México de don José María Marroqui, de que por cierto don Artemio de Valle-Arizpe escribió, “Más de veinte años le ocupó su extenso libro, solo dejaba esta ocupación el tiempo preciso para comer de prisa y dar sus paseos…”.

Los caminantes llegan a la Iglesia de la Profesa ubicada en la esquina de Madero e Isabel la Católica -antes San José el Real-; el cronista Guillermo Tovar de Teresa, escribe en su obra La Ciudad de los Palacios: crónica de un patrimonio perdido, “La antigua Casa Profesa de ejercicios de los jesuitas…Aunque subsiste, este magnífico perdió sus soberbios retablos dorados al ser sustituidos por otro de estilo neoclásico, obra de Manuel Tolsa”.

El majestuoso templo invita a entrar y comprobar lo que escribe Tovar de Teresa, “Debe destacarse que aún se conserva en la Profesa una notable colección de pinturas, muebles, esculturas. En la sacristía de este templo pueden admirarse obras de Pedro de Mena, escultor granadino y un magnífico mueble que, según, la tradición, proviene del convento de San Agustín”.

Esta soberbia calle, también conocida Plateros en los últimos tramos de la Plaza de Armas (zócalo), por los artífices de las platas establecidas en esa zona; llena de glamur en aquellos años, dio vida a establecimientos, entre ellos los famosos café El Cazador, Concordia, la Joyería La Esmeralda, etc.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ

 

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