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El olvidado asombro

Reynoso reivindica la poesía como una educación sentimental desde la que se puede aprender sobre política

El olvidado asombro
Carlos Bravo Regidor / Radar de libros / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Platón quería expulsar a los poetas de la polis porque eran una mala influencia para los ciudadanos. La inquietud poética por el mundo de lo sensible les distraía de sus deberes cívicos, los alejaba de la búsqueda de la verdad. Lejos de promover la racionalidad, la poesía despertaba pasiones; reemplazaba la certeza del saber (que para el filósofo rey era poder) por las veleidades de la inspiración. Los únicos poemas aceptables en su ciudad ideal eran los que servían al propósito de la instrucción pública, los que cantaban “himnos a los dioses y elogios a los hombres buenos”. Lo demás era palabrería bella pero, en el mejor de los casos, inútil; o, en el peor, subversiva.

Víctor Reynoso ha escrito un pequeño gran libro de vocación decididamente antiplatónica: “El olvidado asombro. 18 poemas para leer la política” (Profética/Grano de Sal, 2024). Si para Platón los poetas eran una amenaza al orden político, Reynoso reivindica la poesía como una educación sentimental desde la cual hay mucho que aprender sobre la política.

Reynoso presenta un poema o un fragmento, una oración, un refrán, una fábula o una canción, y luego ofrece su lectura personal sobre la poética de dicho texto y su posible significado en términos de algunos debates o conceptos fundamentales en la historia del pensamiento político. Entre sus páginas desfilan Brecht y la ingrata invisibilidad de “los de abajo”; Borges, la diversidad y la tolerancia; Niebuhr y el realismo; Juvenal y los contrapesos; Paz y lo sagrado; Machado, la modestia y el orgullo; Sabines y la igualdad; Lizalde y la violencia; Frost y las fronteras; entre otros.

(Lamentablemente, a pesar de su evidente compromiso con el pluralismo, el autor no consideró importante incluir mujeres. ¿De veras no hay poesía relevante por su potencial valor político, algún verso por ahí rescatable, de Sor Juana Inés de la Cruz, Emily Dickinson, Anna Ajmátova, Elizabeth Bishop, Wislawa Szymborska, Ida Vitale, Rosario Castellanos, Alejandra Pizarnik, Margaret Atwood o Giaconda Belli?).

Profesor universitario de tiempo completo, Reynoso no oculta su entusiasta vocación pedagógica en la elección de poemas ni en las reflexiones que hace al respecto. En sus capítulos, por momentos, se escucha el eco de apasionadas y entrañables discusiones en el aula. Aunque, en contraste con Platón, nuestro profesor no concibe la enseñanza como una oportunidad para el adoctrinamiento político sino como un espacio para desarrollar el pensamiento crítico –incluso a través del hallazgo poético–.

El libro cierra con dos breves ensayos, uno sobre definiciones de la política y otro sobre “saber leer”, es decir, sobre la importancia de cultivar una mirada propia pues, parafraseando a Pellicer, Reynoso se lamenta: “¿Cuántas cosas mueren de miradas mal puestas, de personas que no saben leer nada? ¿Cuántas veces nosotros mismos hemos sido incapaces de ver, de leer, nuestra realidad inmediata? ¿Cuánto hemos perdido por esa incapacidad?”.

POR CARLOS BRAVO REGIDOR

COLABORADOR

@carlosbravoreg

MAAZ

 

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