Columna invitada

El destino de los peones

La paz de los peones no es eterna. A lo largo de la historia hay ejemplos de revueltas que provocaron desorden y dolores de cabeza al establishment

El destino de los peones
Daniel Francisco / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El peón está condenado a obedecer, a luchar hasta el final. Deambula solitario -un paso a la vez- en el campo de batalla, atrapado en esas 64 casillas, en una guerra para la cual fue programado.

El peón ciudadano sólo aparece cuando hay elecciones. Tacha una papeleta y regresa a su posición, a la espera de que todo mejore. Es disciplinado, cumplirá con las reglas, llueva, truene o llegue un dictador.

En alguno de sus libros Arturo Pérez Reverte recuerda al melancólico peón que sigue con la mandíbula apretada, mirando el horizonte, listo para morir. No sabe que su rey ya claudicó y firmó la paz con el enemigo, al que juró combatir hasta el último suspiro.

La paz de los peones no es eterna. A lo largo de la historia hay ejemplos de revueltas que provocaron desorden y dolores de cabeza al establishment. Quienes lo han hecho tienen la paciencia infinita de las hormigas. Se reúnen a escondidas, imprimen panfletos, pasquines y periódicos que reparten en los lugares concurridos, en las plazas.

Transmiten desde radios clandestinas, gritan consignas en la calle y cantan (y a veces bailan, con los rencores acumulados en su rostro). Paco Cerdà en su libro El Peón escribe: los peones “son las únicas piezas que tienen espíritu de solidaridad. Tan débiles y con tal frecuencia amenazadas, que entre ellas parecen formar una colonia.

Es el viejo ideal de la unión y la fuerza. El agrupémonos todos frente a dioses, reyes y tribunos. El todos para uno y uno para todos. El pueblo unido que jamás será vencido”.

Cerdà comparte varias viñetas de los peones que se plantaron frente al poder en la España franquista, de los peones que organizaron huelgas y fueron reprimidos por la policía. Los peones que hicieron temblar el tablero y a sus reyes inamovibles.

POR DANIEL FRANCISCO
Subdirector de Gaceta UNAM
@dfmartinez74

MAAZ

 

Temas