Ruinas del futuro

El imperio de la incertidumbre

Por el momento, la óptica del acuerdo parece funcionar tanto para Trump como para Sheinbaum

El imperio de la incertidumbre
Carlos Bravo Regidor / Ruinas del futuro / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La amenaza era enorme, pero lo que se concedió para postergarla fue menor. Trump salió, en esta ocasión, más hablador que temerario. El sábado, cuando anunció los aranceles en la Casa Blanca, una reportera le preguntó: “¿Hay algo que China, Canadá y México puedan hacer para impedir la aplicación de estos aranceles?”. Su respuesta fue “no, nada, no en este momento”. La reportera insistió: “¿No son un instrumento de negociación?”. Trump: “No, no lo son”. Aunque eso es exactamente lo que fueron, al menos en el caso mexicano. Trump habla mucho sobre el déficit comercial de Estados Unidos, pero en este primer pulso recurrió a los aranceles no como una política para corregirlo, sino como un arma para obtener concesiones en materia de seguridad y migración.

El escenario parece similar al que enfrentó López Obrador en 2019, aunque con algunas diferencias. En aquel momento, Trump amenazó con un arancel del 5%, susceptible de ir aumentando gradualmente hasta el 25% si México no detenía el flujo de migrantes indocumentados; esta vez, la amenaza comenzó en 25% y el tema sobrepasó a los migrantes para incorporar también el fentanilo. López Obrador tuvo que cambiar radicalmente su política migratoria; Sheinbaum “sólo” se comprometió a enviar 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera norte. Sin embargo, tanto entonces como ahora, la negociación bien puede incluir otras concesiones que no se hacen públicas (como luego se supo, por ejemplo, con el entendimiento entre Pompeo y Ebrard a propósito de “Remain in Mexico”).

En cualquier caso, por el momento la óptica del acuerdo parece funcionar para ambas partes. Trump puede jactarse de que obligó a México a reforzar el control de la frontera, sin ningún costo para Estados Unidos. Sheinbaum puede presumir que consiguió retrasar la entrada en vigor de los aranceles. Quedan, con todo, varios cabos sueltos.

Uno es el de la temporalidad: ¿Qué “resultados” se evaluarán tras agotarse el mes de plazo? ¿Qué otra concesión puede exigir Trump cuando ese lapso se haya agotado? ¿Y qué estará dispuesta a sacrificar la presidenta con tal de sortear los aranceles?

El otro cabo es el tráfico de armas desde Estados Unidos. Sheinbaum declaró que, en reciprocidad a los compromisos de su gobierno, el estadounidense trabajará para evitar el contrabando de armas de alto poder a México. Pero en sus comunicaciones Trump no ha mencionado absolutamente nada al respecto.

Y otro más es la acusación de la Casa Blanca de que el gobierno mexicano tiene una alianza con los cárteles del narcotráfico. Sheinbaum la rechazó como “calumnia” (hay verdades históricas que en boca extranjera constituyen ofensas diplomáticas) pero Trump no se desdijo. ¿Qué acciones puede emprender Estados Unidos a partir de semejante imputación?

Sheinbaum ganó tiempo, pero esto apenas empieza. Trump es deliberadamente disruptivo e impredecible. Mientras despache en la Casa Blanca, no queda más que asumir que lo único seguro es el imperio de la incertidumbre.

POR CARLOS BRAVO REGIDOR

COLABORADOR

@carlosbravoreg

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