Columna Invitada

México – Estados Unidos: más allá de los gobiernos

La percepción de México y los mexicanos en EEUU ya se está deteriorando: en 2018, el 65% tenía una opinión favorable de nuestro país; hoy ronda el 37%, con 60% que manifiestan rechazo (PewResearch, 2024)

México – Estados Unidos: más allá de los gobiernos
Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Más allá de la disputa a nivel de gobiernos entre México y EEUU, existe un riesgo mayor, potencialmente permanente y devastador en las tensiones actuales: romper la confianza a nivel de sus sociedades, que por tres décadas empezaba a dejar atrás dos siglos de recelo y enemistad mutua. Porque el TLCAN no sólo aumentó el cruce de mercancías, sino de ideas e interacciones, que comenzaban a disolver viejos prejuicios y crear un entendimiento mutuamente provechoso.

Hasta antes de la integración, la relación bilateral había sido una historia de invasiones y abusos que dejaron agravios profundos. El nacionalismo mexicano moderno se fundó en gran medida sobre el sentimiento antiestadounidense, cuando los niños aprendían desde primaria que EEUU era un enemigo. Con excepciones, como el Dr. Mario Ojeda, ni siquiera los académicos se interesaban por entender EEUU, pese a que nuestra vecindad lo hacía indispensable. Incluso tras la II Guerra Mundial, con EEUU consolidado como la gran potencia global, México seguía buscando referentes en Europa, mirando con una mezcla de odio y temor a los gringos.

Costó mucho empezar a cambiar estas percepciones, quizá justificadas en su época, pero absurdas y contraproducentes en la nuestra. Mediante la apertura comercial, benéfica en sí misma, inició un giro cultural. EEUU no dejó de ser un villano en la conciencia nacional, pero cada vez empezamos a conocernos mejor mutuamente, y con ello empezamos a pensarnos también, cada vez más, si no como amigos, sí como aliados naturales y socios convenientes. Los programas de intercambio estudiantil, las colaboraciones en investigación y desarrollo, y las inversiones conjuntas han fortalecido esta nueva perspectiva.

Ahora tenemos, de un lado, las amenazas y acciones hostiles de Donald Trump; del otro, la respuesta oficial mexicana, que no atina más que a resucitar los fantasmas del discurso anti-yanqui más trasnochado. Esta situación, sin duda grave pero al final entre gobiernos pasajeros, requiere una respuesta mesurada y estratégica.

Sin embargo, el momento actual pone en peligro reabrir la brecha de animadversión entre las poblaciones, y regresar muchas décadas a los tiempos del antagonismo entre sociedades.

Aquello, a su vez, abriría la puerta a un acercamiento del gobierno mexicano hacia el bloque global antiestadounidense, como ya piden varias voces del oficialismo. Dicho viraje podría estar legitimado por una parte de la población, si se erosiona la confianza social bilateral ganada durante 31 arduos años de integración. La percepción de México y los mexicanos en EEUU ya se está deteriorando: en 2018, el 65% tenía una opinión favorable de nuestro país; hoy ronda el 37%, con 60% que manifiestan rechazo (PewResearch, 2024). A su vez, el 61% de los mexicanos aún ven favorablemente a EEUU, pero el 33% tienen una opinión negativa, que no es poco, y muchos más podrían empezar a darle la espalda al proyecto de América del Norte.

Eso sería catastrófico. Porque guste o no, EEUU es y será por el futuro previsible el poder dominante global: en lo económico, político, tecnológico, militar y cultural. Esta realidad, sumada a nuestra colindancia geográfica, hace que los intereses estratégicos mexicanos, por encima de ideologías, estén en América del Norte. Más allá de la retórica política, iniciativas como los BRICS, si bien relevantes en el panorama internacional, representan una alianza de países con intereses divergentes y sistemas políticos dispares. Potencias como China o India sin duda importan, y la relación debe cultivarse, pero lo cierto es que EEUU es, por donde se le vea, la relación que más nos conviene, por mucho.

Por supuesto, México debe defender con firmeza sus intereses, lo cual pasa por navegar con pragmatismo la tempestad política actual sin romper en el camino el proyecto de integración de América del Norte; y menos para apostar por alianzas alternativas con resultados económicos y sociales cuestionables. En el conflicto coyuntural entre nuestros gobiernos, sería irresponsable destruir la relación entre sociedades, profunda pero delicada, fundada en comercio, ideas, valores, interacciones sociales, académicas, científicas, familiares.

Mucho más difícil que negociar tratados comerciales es cambiar la mentalidad de un país. Nosotros ya habíamos avanzado en esto, con todos sus bemoles, pero con el resultado tangible de un mejor presente y futuro. Y, sin embargo, un retroceso no es impensable. Que nadie se confunda, nuestros intereses, en todos los sentidos relevantes, están en el norte.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE

COLABORADOR

@GUILLERMOLERDO

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