La Encerrona

La sinrazón del T-MEC

Trump a quienes primero amenaza es a sus principales socios, asignándole “tareas”

La sinrazón del T-MEC
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

“Si nosotros tenemos más importaciones de Estados Unidos de acero y aluminio, pues no es lógico, con lo que se está argumentando como razón para poner tarifas”. Marcelo Ebrard

Poco después de “pacificar” el conflicto en Medio Oriente y proponer que la Franja de Gaza sea un corredor turístico, y antes de “terminar por decreto” la guerra entre Rusia y Ucrania, el presidente Trump no se olvidó de nosotros y el lunes firmó un decreto donde impone aranceles de 25% al acero y al aluminio, “sin excepción ni exención”, o sea a todos sus proveedores de estos materiales, como Brasil, Argentina, Australia, Reino Unido y, por supuesto, a sus socios comerciales más cercanos e interdependientes, Canadá y México. Dicho decreto entrará en vigor el 12 de marzo y complica la economía y las relaciones bilaterales.

Como era de esperarse, este comunicado desde la Casa Blanca no cayó bien al gobierno canadiense, que al igual que el mexicano, esgrimirán sus argumentos para echar para atrás esta medida que “es un tiro al pie”, como lo mencionó el secretario de economía, Marcelo Ebrard. La ecuación no es tan difícil: entre Canadá, México y Brasil exportan poco más de la mitad del acero que requiere Estados Unidos; sin embargo, México importa más de lo que le vende a la Unión Americana, por lo que el desincentivo para empresas estadounidenses es alto y no querrán asumirlo y, por su parte, México no puede responder con la misma moneda, por la misma razón.

Sin embargo, entre las amenazas arancelarias, las pausas y los hechos del pasado (ya en 2018 se impuso 25% al aluminio y 10% al acero), la verdadera pregunta es, entonces, ¿para qué sirve el T-MEC? Desde (aquel atribulado y convulso 1 de enero) 1994, Canadá, Estados Unidos y México conforman la región más dinámica de comercio internacional y con la que competimos con otras latitudes y que en el primer mandato de Trump ya se puso a revisión y su vigencia, desde julio de 2020, es de 16 años, con supervisiones obligatorias cada seis años para evaluar si se mantiene, modifica o termina.

Si bien el T-MEC ha generado varios conflictos entre los tres países, teniendo como los puntos de mayor tensión temas energéticos, automotrices, laborales, agrícolas y medioambientales, este tratado comercial internacional debería —como suelen ser—, dar un trato preferente para los países miembros, sus productos y sus trabajadores, y en un fin último, como una palanca de fortalecimiento democrático. Lo que vemos con el T-MEC es todo lo contrario, Trump a quienes primero amenaza es a sus principales socios, asignándole “tareas” que deberían de ser corresponsabilidad de todos los miembros.

Así, la primera revisión del Tratado será en 2026; sin embargo, como van las cosas y los caprichos del inquilino del Salón Oval, quizá ya no tenga pertinencia dicha revisión. Primero habrá que pasar por el 1 de marzo cuando, a contentillo de Trump, se quite o permanezca la pausa para la imposición de aranceles en todos los productos; después veamos qué pasa el 12 del mismo mes sólo con el acero y aluminio… y así con cada cosa que al millonario se le vaya ocurriendo. La presidenta Sheinbaum, el canciller De la Fuente y el secretario Ebrard tienen un arduo trabajo, esto apenas comienza y quizá se necesite algo más que cabeza fría. 

POR ADRIANA SARUR 

COLABORADORA   

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM

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