Comencemos diciendo que continuamente abrimos y cerramos ciclos, pues los ciclos son una constante en nuestra vida, unos llegan otros se van, muchos son tan cotidianos que los damos por sentado, por ejemplo: el día y la noche, el nacimiento y la muerte, la casa que habitamos, la ropa que usamos, lo que comemos, la diversión, los viajes, una conversación, lo que observamos, nuestras piernas, manos, pulmones, las personas con las que nos relacionamos, el transporte que utilizamos, etc. De ahí el dicho que dice: nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.
Hay momentos tan claros, como el que vivimos hace unos días, cuando por lado, un año se despide y al minuto siguiente otro comienza.
Posiblemente el año que se va se ha completado con experiencias vividas en la intimidad de tu ser y con otras compartidas por aquí y por allá; recordarás a personas que de una manera u otra ya se han ido; podrás notar que hay cosas que no funcionan o no has utilizado, situaciones y eventos afortunados o desafortunados, dolencias y alegrías que llegaron y se fueron. Posiblemente al hacer este recuento aparezcan en ti la tristeza, el enojo, la culpa u otras emociones seguidas de pensamientos cómodos e incómodos. ¡Si es así! Te invito a dedicar unos minutos a pensar en ello, identifica el motivo por el cual sucede eso, después escribe una carta.
Hazlo en forma de listado, dedica tiempo y espacio a cada situación, persona o cosa, nómbrala, escribe la forma en la que llegó a tu vida; describe cómo contribuyó con su presencia en tu día a día; identifica si relacionarte con esta persona, situación o cosa fue afortunado o desafortunado; plasma en el papel el modo en que se dio su partida y por el cual ya no está contigo, seguido de las emociones que desencadena en ti esa ausencia. Escribe el aprendizaje que te ha dejado y escribe un objetivo que indique el puerto hacia el que vas a conducir esa enseñanza.
Si al hacer este recuento identificas una resistencia a soltar, dejar ir y cerrar ese ciclo. Te invito a conectar con tu dolor, valida lo que sientes, analiza desde qué parte de su personalidad esa persona realiza las conductas que te han lastimado, escribe lo que te gustaría decirle si estuviera contigo, si te es posible, discúlpale o discúlpate y si no puedes, piensa en el motivo por el cual no estás pudiendo dar ese paso. Finalmente ofrécele gratitud por el tiempo compartido, despídete, respira y suelta.
Ahora te invito a pensar en el nuevo ciclo que se avecina para abrir la puerta a nuevas posibilidades: ¿Cómo quieres vivir este año? ¿Qué metas te gustaría alcanzar? ¿Cuál es el propósito que te impulsa a conseguir lo que quieres? Escríbelo, ponle fecha de inicio y fin; además, hazlo en relación a las actividades que te causan placer, de ser posible relaciona con actividades que realizabas en el pasado y por alguna razón dejaste de hacer, las que realizas hoy día y aquellas que has querido emprender y por algún motivo tienes en espera, elige las que consideras ayudarán a concretar tus objetivos, imagina. ¿Cómo te sentirás al lograr tus propósitos?
POR MARÍA ISABEL ROMERO LÓPEZ
MAESTRA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA INTEGRATIVA
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