Columna Invitada

Las Naciones Unidas ante el futuro

El veredicto es contundente: mecanismos como la seguridad colectiva o la arquitectura financiera, en su entramado actual, son insuficientes para responder a los desafíos del siglo XXI, y requieren una reforma de fondo

Las Naciones Unidas ante el futuro
Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Esta semana se celebra el 79° periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El escenario difícilmente podría ser más complejo: a casi ya tres años de la invasión rusa a Ucrania, con la expansión del conflicto en Oriente Medio, una crisis humanitaria por la guerra civil en Sudán o el posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, entre otros eventos que han cimbrado al mundo, invitan a ser escépticos sobre el futuro del multilateralismo.

Los conflictos regionales con alcances globales han dominado el debate en Nueva York. En su último mensaje ante la Asamblea General, el presidente Joe Biden advirtió que el mundo se enfrenta a un “punto de inflexión” histórico e hizo un llamado a concertar un acuerdo para terminar el conflicto en Gaza. El mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, hizo un llamado al Consejo de Seguridad para que siga respaldando la defensa de su país frente a la agresión de Rusia

En ese contexto se llevó a cabo la Cumbre del Futuro, convocada por el secretario general Antonio Guterres. En su discurso de apertura, Guterres ofreció un balance crítico sobre el estado de las instituciones multilaterales y enfatizó la necesidad de reformarlas para hacer frente a los desafíos contemporáneos: conflictos armados, desigualdad, cambio climático, la amenaza nuclear y los retos que representan los nuevos y acelerados cambios tecnológicos, como la inteligencia artificial.

El veredicto es contundente: mecanismos como la seguridad colectiva o la arquitectura financiera, en su entramado actual, son insuficientes para responder a los desafíos del siglo XXI, y requieren una reforma de fondo. Con ese propósito, los líderes globales adoptaron el Pacto por el Futuro: un compromiso de 57 acciones en áreas como desarrollo sostenible, paz y seguridad, ciencia y tecnología y transformación de la gobernanza global.

No es un diagnóstico nuevo, pero resulta notable el consenso de la comunidad internacional en torno a la necesidad de actualizar el orden multilateral. Por primera vez, todos los estados miembros de la ONU asumen el compromiso explícito de repensar y reformar su octogenario andamiaje: desde el Consejo de Seguridad hasta el Banco Mundial; desde la Asamblea General hasta la banca internacional de desarrollo.

Uno de los principales resultados de la Cumbre del Futuro fue el Pacto Mundial Digital: el primer acuerdo global sobre la regulación de la inteligencia artificial, que establece compromisos para garantizar que la tecnología contribuya al desarrollo, además de atender riesgos como la amenaza que representa para la seguridad.

Sin duda, la adopción de estas iniciativas tiene mérito y es motivo de celebración. Sin embargo, para garantizar su éxito, el multilateralismo debe revitalizarse más allá de sus instituciones formales. Las mejores iniciativas globales no podrán avanzar si no existe un terreno fértil en los países que las suscriben. Particularmente, que tanto las acciones del multilateralismo como los valores del orden internacional liberal que las sustentan, cuenten con el respaldo mayoritario de las sociedades a nivel nacional, y por ende de sus respectivos gobiernos.

El futuro del multilateralismo exige una renovación urgente de los pactos, instituciones e instrumentos internacionales; pero también requiere de consensos internos en torno a sus principios y valores, mismos que en todo el mundo exhiben regresiones alarmantes de la mano de discursos aislacionistas, iliberales, belicistas e incluso antidemocráticos. Así como la democracia necesita de demócratas, el multilateralismo requiere de la legitimidad social y el respaldo político en cada país para sostenerse y prosperar. Sólo así será posible traducir los acuerdos diplomáticos en acciones concretas y resultados tangibles.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

SENADORA DE LA REPÚBLICA

@RUIZMASSIEU

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