Apuntes de Guerra

Lo que viene

Hay quienes se preguntan si habría espacio para un nuevo partido. Espacios sobran, necesidad también, pero no se observan liderazgos frescos

Lo que viene
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Dentro de una semana Andrés Manuel López Obrador no será más presidente de México, y tanto Morena como la oposición, o lo que de ella queda, tendrán que adaptarse a una nueva realidad, sin la figura que ha dominado y marcado la agenda política nacional durante el último sexenio -obviamente- pero probablemente también durante las últimas dos décadas.

Morena parece tener muy claro el rumbo y por lo tanto la ecuación: un relevo generacional (sic) que más bien parece hereditario, con dos mujeres jóvenes, Luisa María Alcalde y Carolina Rangel, al frente, pero anclado en la figura de quien ha sido importantísimo operador político del presidente: su hijo, Andrés Manuel López Beltrán.

La figura retórica del Segundo Piso está ahora formalizada, y no sin razón: la elección presidencial se definió por un deseo de continuidad y desde el partido en el poder se velará por ello. Falta ver si el hoy partido dominante se convierte en lo que fue su antecesor histórico: el partidazo, el hegemónico. Tiene todo para serlo, pero si lo hace la Cuarta Transformación rápidamente mutaría en la Gran Involución.

No está claro tampoco que eso sea lo que la presidenta electa desea: a Claudia Sheinbaum le conviene más el dinamismo de la pluralidad que las limitaciones que impone un partido que se siente depositario del poder o, peor aún, de un legado.

La oposición está dividida, fragmentada, confundida. Sus principales enemigos no están hoy en el oficialismo, sino adentro de sus estructuras y liderazgos (sic y sic). En el caso del PRI, la figura de Alejandro Moreno provoca rechazo y éxodo de la poca militancia que permanece. En el PAN, la falta de autocrítica es tal que el presidente saliente busca dejar a su delfín, como corolario a una de las peores gestiones de que ese partido tenga memoria. Y en Movimiento Ciudadano, el aparente triunfador (dentro de los opositores) de la elección pasada, las desavenencias entre el bloque Jalisco y el de Nuevo León amenazan con provocar una escisión a la que difícilmente sobrevivirían.

Hay quienes se preguntan si habría espacio para un nuevo partido. Espacios sobran, necesidad también, pero no se observan liderazgos frescos o libres del tufo de una oposición que multiplicaba membretes y causas pero no lograba conectar con el grueso de la ciudadanía.

Mientras no aparezcan personajes capaces de entender los muchos por qués de la popularidad de AMLO y de su gestión, difícilmente podrán competirle con éxito a Morena. La negación de la realidad no es una buena plataforma electoral.

A los ciudadanos sin partido pero con interés por la cosa pública, a quienes nos gustaría ver menos concentración del poder y mejores alternativas electorales, nos queda primero que nada el diálogo abierto y respetuoso. Son ya muchos años de insultos, agravios y polarización, de echarle la culpa al de atrás, al de enfrente, al de al lado. En esas pueriles conductas se han regodeado lo mismo el presidente y su movimiento que las oposiciones o la comentocracia.

La confrontación no nos ha llevado a nada bueno, y no lo hará: es hora de dejar atrás los pleitos infantiles y salir del patio del jardín de niños en que se ha convertido la política mexicana.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS 

GGUERRA@GCYA.NET   

@GABRIELGUERRAC

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