Columna Invitada

EL PRIAN no está en resistencia sino en decadencia

El PRIAN llegó a un punto de no retorno en el que se conduce inevitablemente a su final

EL PRIAN no está en resistencia sino en decadencia
Guillermo Rafael Santiago Rodríguez / Columna invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

Durante la discusión en la que aprobamos la Reforma al Poder Judicial en la Cámara de Diputados me llamó mucho la atención ver a los miembros de las bancadas del PRIAN portar con nula actitud una camiseta con la leyenda “soy resistencia.” 

Para nosotros que venimos de la lucha social, de ser reprimidos en las calles, de padecer el sol y la dureza de uno que otro granadero por parte de los gobiernos del PRIAN fue tan indignante como insólito. Ahí lo tuve claro: el PRIAN llegó a un punto de no retorno en el que se conduce inevitablemente a su final.

Este punto es el desenlace natural de una historia política en la que podemos contabilizar desde casos de violación de los derechos humanos y represión en contra de cualquiera que no pensara como ellos, hasta corrupción desmedida y un ímpetu entreguista de estos partidos de inspiración neoliberal.Pensaron, como confesó públicamente la Senadora Lily Téllez la semana pasada, que el pueblo de México no era más que una masa irreflexiva que puede comerse a sí misma. ¿Qué mayor signo de decadencia?

Pero les tengo una noticia. Esa masa a la que tanto temen es sabia y defiende con mayor inteligencia y coraje los intereses de la nación que cualquiera de los representantes de la vieja partidocracia. 

El pueblo, a su vez, les ha correspondido con su desprecio. Por ello, elección tras elección estamos presenciando la reducción del PRIAN al mínimo. Sus candidatos presidenciales pasaron de contar, en suma, con 31,200,504 votos en el año 2012 a contar con 21,899,973 votos en el año 2018; además, en el año 2024 su candidata obtuvo 16,502,697 votos. Esto significa que en las últimas tres elecciones presidenciales el PRIAN perdió 14 millones y medio de votos.

Dicen que una fotografía dice más que mil palabras y pocas tan contundentes como la llamada “foto maldita del nuevo PRI” en la que en el año 2012 el ex presidente Peña Nieto posa junto a algunos gobernadores de entonces en una escena digna del club de Toby, sin mujeres, en la que salieron retratados algunos personajes de la más variada clase de corrupción prianista. 

Por ello, no es sorpresa voltear a ver a las entidades federativas y notar en estos viejos partidos la misma tendencia a la baja en su rendimiento electoral. Con contadas excepciones, pasaron de gobernar el total de los estados de la república a gobernar el día de hoy únicamente seis. Esto, mientras MC gobierna dos y la coalición de MORENA veinticuatro.

En el poder legislativo reafirmamos esta tendencia. En 2012, el PAN y la alianza del PRI obtuvieron 230 de los 300 distritos federales. Mientras el PT, PRD y MC obtuvieron 70. Para 2018, el PAN, PRI, PRD y partidos menores obtuvieron 82 distritos, mientras la coalición de MORENA se erigió con 218. Finalmente, durante las elecciones de este año el PRIAN obtuvo 44 de los 300 distritos federales, resultando la coalición Sigamos Haciendo Historia con 256. En resumen, esto implica que de 2012 a la fecha el PRIAN ha perdido 186 distritos federales.

Lo mismo podemos narrar la pérdida de municipios como de congresos locales y en todos los casos presenciamos el mismo panorama. El comienzo del declive de los conservadores coincide con la línea temporal del Pacto por México, esa infame alianza en que se realizaron cambios constitucionales y se aprobaron leyes de las cuales nunca dieron aviso al electorado.

Podemos decir que fue a partir de estas reformas ilegítimas, repletas de negociaciones en lo oscurito, que el pueblo comenzó a retirarle su beneplácito a la vieja clase política para apostar por MORENA y el movimiento de la transformación. Es bien sabido que el PRI ya traía un desgaste histórico arrastrando al PAN a su situación actual y al PRD a su extinción.

Podemos admitirlo. Estamos situados en un cambio de régimen que implica la extinción del viejo arreglo que estaba sostenido por acuerdos políticos de las élites y en los cuales el poder económico tenía prelación sobre el poder político.

Este cambio de régimen implica que ahora el poder económico está separado de lo político empezando desde la figura central del Presidente de la República. Esto configura el logro político más importante del Presidente Andrés Manuel López Obrador a quien la sociedad ha conferido un amplio respaldo para encabezar un cisma de este tamaño, quizás sólo comparable con aquél otro dirigido por Benito Juárez al separar a la iglesia del estado.

Ese grado de importancia tienen estos momentos decisivos de la historia. La oposición lo tiene claro y por eso les causa tanto escozor esta insubordinación del poder político respecto del económico. Y nosotros tenemos claro que esta lucha es por nuestro derecho a ser libres.

Ahora bien. La evidencia es clara y sabemos que estamos ante los últimos momentos del PRI como fuerza política con todo lo que eso significa. Es también evidente que la oposición conservadora buscará aglutinarse en el PAN como salvavidas.

Puedo preverlo porque se trata de una oposición errática, sin rumbo, sin sentido de historia o de justicia; y mucho menos de consciencia social. Por supuesto que, contra todos los pronósticos del PRIAN, el pueblo es sabio y no permitirá que ellos vuelvan. 

La historia, tarde que temprano, siempre juzga y el momento del PRIAN ya llegó y ni se enteraron.

Por Guillermo Rafael Santiago Rodríguez

Diputado Federal

EEZ

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