Es un cálculo conservador, aunque expresa la magnitud del reto: una de cada cuatro personas —y pueden ser familiares, amistades o conocidos— experimentará en su vida algún trastorno mental.
El dato de la Organización Mundial de la Salud lleva implícita una pregunta para realizar en lo personal y colectivo: ¿Estamos preparados para identificar y tender oportunamente la red de apoyo para quienes atraviesen por esa situación?
Me atrevo a exponer una respuesta afirmativa frente a una creciente disposición ciudadana hacia la búsqueda del bienestar mental y emocional. La pandemia hizo público aquello mantenido en cuatro paredes, en conversaciones íntimas al interior de las familias, y lo puso en el centro de las pláticas.
La frialdad de esa estadística de 25 por ciento nos hace ver una realidad: todas y todos conocemos o conoceremos a alguien con algún padecimiento, desde esa soledad y ansiedad hasta la más profunda depresión. De esta última, el INEGI estima que hasta 67 por ciento de la población la ha enfrentado alguna vez.
Ahora se sabe, la salud mental no es un lujo privativo de clases sociales. Así como ese dolor psíquico impacta democráticamente, la atención es un derecho y también una apuesta en las políticas públicas tanto de Claudia Sheinbaum, la Presidenta electa, como de Clara Brugada, quien reemplazará a Martí Batres en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Este 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una efeméride para reflexionar sobre aquello que podemos aportar desde la ciudadanía.
Los reportes de todo el país al programa DISÍ a la Vida del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México exhiben un amplio espacio de oportunidad para identificar conductas de riesgo suicida. El 82 por ciento de quienes buscan apoyo emocional vive con otras personas —madre, padre, pareja, familiares o amigos—, el círculo más cercano para detectar cambios en el comportamiento.
Siempre hay señales. Aislamiento social o pérdida de interés en actividades anteriormente placenteras, alteraciones en los patrones de sueño o alimentación, regalar objetos personales o visitar familiares a quienes no había frecuentado, incluso, expresar directamente los deseos de muerte con frases como “sería mejor si no estuviera aquí”.
Es entonces cuando la red de apoyo se debe detonar. El 13 por ciento de las peticiones de contención emocional a la Línea de Seguridad o Chat de Confianza, 55 5533 5533 —que opera de manera gratuita, 24/7, a cualquier parte del país— provienen de personas cercanas a quién expresa la ideación, planeación o tentativa suicida. Es su red de apoyo.
Y puede ser un porcentaje mayor el que contribuya a dar un grito por la salud mental y la vida.
POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS
PRESIDENTE DEL CONSEJO CIUDADANO DE LA CDMX
@GUERREROCHIPRES
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