Osmar Olvera pasó a la historia del deporte mexicano. Llegó al mismo nivel que contados con los dedos de una mano lo han logrado. Raúl González, oro y plata, en Los Ángeles 1984, Joaquín Capilla, que ganó en Melbourne en 1956; oro en plataforma y bronce en trampolín, Rubén Uriza que ganó con oro y plata en Londres 1948, Joaquín Pérez de las Heras con dos bronces en Moscú 1980. No llegó a la marca máxima de México, Humberto Mariles con dos oros y un bronce en Londres 1948.
Este logro personal de un deportista ejemplar, nada tiene que ver con las rémoras del presupuesto, personajes que han intentado ser los protagonistas de París 2024, cuando en realidad son unos burócratas que lo único que les interesa es el protagonismo y el presupuesto. La Federación Mexicana de Natación, que engloba, evidentemente a la natación, a la natación artística, a clavados, al polo acuático y a las aguas abiertas, tiene 100 años de existencia. No ha existido desarrollo alguno en un siglo, no hay patrimonio, no hay ni oficinas, siguen mamando del presupuesto gubernamental para los intereses de los federativos. Es por eso que desde el desconocimiento de la Federación Internacional de Natación del ex presidente, el corrupto comprobado, Kiril Todorov, esta asociación civil es la “reina de la corona” de los actuales dirigentes del Comité Olímpico Mexicano.
María José Alcalá, actual presidenta del COM, ex clavadista, por cierto de medias tablas en olímpicos, tiene varios aliados. Fernando Platas es uno de ellos, que aprovechó su presencia en Televisa, como analista, para hacer proselitismo y tratar de quedarse con una Federación que está acéfala, irreconocible a nivel internacional, y que en 100 años, no han generado un peso de patrimonio. Platas mandó durante París 2024 una petición a clubes de natación, centros de alto rendimiento de clavados, de polo acuático, a Asociaciones e Institutos del Deporte estatales, una carta para que les firmen solicitando apoyo para su elección como posible Presidente de una Federación que, está en falta de reconocimiento internacional. Es decir, primero la grilla, después a ver qué pasa con los atletas.
Por eso los lloriqueos de Mari José Alcalá no se entienden más que una buena actuación estilo Televisa, la Rosa de Guadalupe olímpica, que intenta dar una imagen irracional. Se ha encargado de adueñarse de los Juegos, y ayer cuando terminó la participación del equipo de natación artística, termina haciendo posteos en redes, y dejándose grabar en otros llorando junto a las nadadoras mexicanas que parecían no entender bien por qué de esas lágrimas. Este COM que le vendió sus exclusivas a Televisa, que dejó que Bernardo de la Garza palomeara a los acreditados de prensa, y que los que fueron, algunos justificados, otros solamente porque le gustaba ver Tik Tok y le pareció oportuno llevar a los reyes del whitexicans –nada más clasista y estúpido– que a profesionales que llevan tres o cuatro juegos olímpicos. La dirigencia del deporte mexicano da asco. Y solamente un recordatorio, la última medalla de oro la ganó el futbol, una federación autosuficiente, sin ser rémoras del presupuesto como los son los actuales dirigentes deportivos.
POR GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN
COLABORADOR
@GVLO2008
PAL