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AMLO y su México

A unos días de que finalice el sexenio, vemos el ímpetu frenético de los dirigentes de Morena por entregarle al presidente López Obrador, como regalo, la aprobación de las reformas constitucionales que no pudo concretar durante su gobierno

AMLO y su México
Marco Adame / Poliedro / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

A unos días de que finalice el sexenio, vemos el ímpetu frenético de los dirigentes de Morena por entregarle al presidente López Obrador, como regalo, la aprobación de las reformas constitucionales que no pudo concretar durante su gobierno. 

Apoyados en la sobrerrepresentación ilegítima que les acaba de otorgar -en votación dividida- el consejo general del INE, los diputados de Morena se apresuran a integrar los dictámenes, sin cambiarles una coma, para cumplir la consigna de aprobarlos durante los primeros días de septiembre.

Exaltados, agitados y enloquecidos de poder, los legisladores de Morena, impulsan los cambios sin ninguna consideración a las formas; y sin observación alguna, por desconocimiento o ambición de poder, al fondo de los cambios que se exigen desde la tribuna mañanera. 

Sin esperar la conclusión del proceso electoral, ni la conformación definitiva del Congreso, los neo reformadores, han votado en comisiones la desaparición de los órganos constitucionalmente autónomos y desenfrenados, se aprestan a planchar, con la fuerza de su mayoría, las reformas al poder judicial, la militarización de la guardia nacional y el resto de las 18 iniciativas presentadas en febrero pasado por el poder ejecutivo.

Trabajadores, jueces y magistrados del Poder Judicial se han manifestado a lo largo y ancho del país. Representantes de todos los distritos judiciales han expresado su desacuerdo con la reforma, sin dejar de reconocer la necesidad de cambios al interior para garantizar el derecho de los justiciables. Múltiples voces han dejado sentir su preocupación y convicción de que la reforma no mejorará la impartición de justicia. Empresarios, estudiantes de derecho y agencias especializadas y nuestros principales socios comerciales, han llamado a la rectificación para garantizar la independencia del poder judicial y la seguridad jurídica de las inversiones. 

Todas las protestas han sido minimizadas y descalificadas por el gobierno y su partido. No hay razón ni argumentos, ni asomo de pudor republicano, solo obcecación complaciente. La cerrazón mostrada por los representantes y voceros de Morena, revela la visión patrimonialista del grupo en el poder. Ver a México como propio, atentar contra la división de poderes, negar el diálogo democrático y legislar en solitario para hacer leyes a capricho, para entregarlas como botín de guerra, es atentar contra la voluntad y soberanía popular.

Ralph Roeder da cuenta, en “Juárez y su México”, de un hombre y una generación que hicieron de su ideal republicano y liberal la medida de su entrega y la contención de sus apetitos. Cuando estos se olvidaron, la historia les pasó factura y vinieron tiempos aciagos para México. 

Despreciar a las minorías y renunciar a la legitimidad de los consensos  que nacen del diálogo, la escucha, el debate de las ideas y el respeto a la pluralidad, es olvidar la historia, y exponer a nuestra patria a volver a vivirla.

Ante la inminencia de un cambio de régimen de corte  autoritario, fraguado en la polarización, la discordia y la venganza, a los demócratas nos corresponde advertir, resistir y persistir en lo que sea mejor para el país, en aras del bien común, sin olvidar que México es de todos.

POR MARCO ADAME
ANALISTA Y CONSULTOR POLÍTICO

@MARCO ADAME

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