China es el segundo socio comercial de México, pero la balanza comercial entre ambos países sigue siendo muy desproporcionada. Mientras que en 2023, México exportó alrededor de 11 mil millones de dólares a China, las importaciones desde el dragón asiático alcanzaron los 115 mil millones de dólares, según cifras del INEGI. Esta diferencia es resultado de varios factores estructurales y de mercado que complican la entrada de productos mexicanos en el mercado chino.
El desequilibrio comercial se explica en parte por la composición de las economías. China exporta a México productos de alto valor agregado, como maquinaria, tecnología y componentes electrónicos. Por otro lado, México vende a China principalmente materias primas como minerales y productos agropecuarios, sectores donde la demanda es más limitada y muy competida. Además, las barreras no arancelarias, la cultura de negocios y la preferencia china por proveedores asiáticos dificultan la expansión de productos mexicanos en ese mercado.
Ante la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, TMEC, y las tensiones crecientes entre Estados Unidos y China, el panorama se vuelve más complejo. Un posible bloqueo de Washington a empresas chinas que invierten en México afectaría la dinámica regional. La apuesta de China por el nearshoring en nuestro país, motivada por la necesidad de acortar cadenas de suministro y evitar aranceles estadounidenses, ha comenzado a generar inversiones significativas en sectores como la manufactura avanzada. No obstante, esta inversión, aunque creciente, sigue siendo modesta en comparación con la de otros países como Estados Unidos o Canadá.
El futuro de la relación comercial entre México y China dependerá de la capacidad de ambos países para adaptarse a un entorno geopolítico volátil. Si México logra diversificar su oferta exportadora hacia China y aprovechar la coyuntura del nearshoring, podríamos ver un aumento en las exportaciones mexicanas. Sin embargo, la dependencia de México en los mercados norteamericanos y las posibles restricciones derivadas del TMEC son elementos que seguirán condicionando esta relación. La clave estará en cómo ambos países logran equilibrar sus intereses estratégicos y económicos en un mundo cada vez más polarizado.
Aunque la relación comercial entre México y China sigue siendo desigual, existen oportunidades que podrían reconfigurar esta dinámica en el futuro. Para México, la diversificación de mercados y el fortalecimiento de sectores industriales estratégicos serán esenciales para mejorar su posicionamiento en esta relación comercial tan importante. Pero lo crucial es tampoco perder las inversiones chinas que están llegando a nuestro país y que nos consolidan sus importaciones a territorio nacional. Sin duda la revisión del T-MEC tendrá que realizarse estratégicamente por nuestras autoridades para perder lo menos del país asiático.
Mientras tanto las aduanas chinas otorgan el mejor trato arancelario a Hong Kong, Macao, Chile y Nueva Zelanda, según un informe de la Organización Mundial de Comercio. China aplica aranceles preferenciales bajo sus acuerdos comerciales preferenciales y acuerdos comerciales regionales.
China es el principal socio comercial de Chile, que encuentra mercado para sus carnes, pescado, frutas, minerales, coches, neumáticos de goma, instrumentos médicos y madera. La balanza comercial de China con el país asiático es deficitaria, es decir, importa más de lo que exporta. Sumado a que el Banco Mundial no augura un buen desempeño de la economía chilena este año y prevé un crecimiento moderado después de una pronunciada caída en general para las economías de la región 2024, se abre una oportunidad para México, aunque carecemos de un acuerdo comercial con el dragón asiático y Estados Unidos poco lo permitiría.
POR JOSÉ IGNACIO ZARAGOZA AMBROSI
EXPERTO EN COMERCIO EXTERIOR
@ignaquiz
PAL
