La llama olímpica se ha extinguido. Al menos la versión de París 2024, unos juegos a imagen y semejanza de lo que representa Francia en el mundo occidental, la revolución enmarcada de igualdad, libertad y fraternidad.
Muestra de ello fue su inauguración -por primera vez fuera de un estadio-, con muestras de historia, de rebelión y de vanguardia; su mascota, los Phryges, un gorro que es símbolo de la Revolución francesa y del cual su comité organizador declaró: “más que un animal, hemos escogido un ideal”. Sumado a estos símbolos, han sido las olimpiadas con el mismo número de atletas hombres y mujeres. Ya inmersos en este marco, París 2024, le basta para ser una justa olímpica inolvidable.
Estos Juegos Olímpicos también serán recordados por ser un reflejo de lo que vive el mundo. Por un lado se volvió a la “nueva normalidad” después de Tokio 2020, olimpiadas que, en realidad, se realizaron en 2021, sin público en las gradas y con cubrebocas.
Empero, aunque ya parezca olvidada la pandemia, el velocista estadounidense Noah Lyles compitió su prueba de 200 metros planos enfermo de Covid. Otro de estos reflejos fue la ausencia de Rusia, un país protagonista en las justas olímpicas, no fue invitado por la invasión a Ucrania, que su autócrata, Vladimir Putin, se resiste a terminar.
Asimismo, un reflejo más de nuestros días, la polémica desatada por la pugilista representante de Argelia, Imane Khelif, ganadora del oro y de carretadas de polarización en cuanto a su género.
También vivimos la incursión de deportes como el breakdance, el skateboarding o el surf dejando atrás al karate, el baseball o el softball y dando el anuncio que en Los Angeles 2028 no habrá competencia olímpica del box, ¿decisión previa o para evitar más polémicas? Aunado a estas polémicas, también fuimos testigos de las opiniones divididas por festejos inapropiados, la adaptación de la Última Cena (¿?), el retiro de su presea a la gimnasta Jordan Chiles y el espionaje de la selección de fútbol femenino de Canadá a su similar de Nueva Zelanda.
Ahora bien, pasando a lo deportivo no hubo muchas sorpresas, Estados Unidos fue la delegación ganadora, empatando en medallas de oro con China, pero mayor número en total. Detrás de estas representaciones estuvieron Japón, la local Francia y Australia.
Nuestro país se quedó en el puesto 65 al conseguir tres medallas de plata a cargo de la judoca Prisca Awiti, de la pareja de clavadistas Osmar Olvera y Juan Celaya y del boxeador Marco Verde; las preseas de bronce fueron para Osmar Olvera en el trampolín de tres metros y del equipo femenil de tiro con arco conformado por (la triple AAA), Alejandra Valencia, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruíz. México cosecha mejores resultados que en Tokio, pero iguala su participación en Río de Janeiro.
Así, culminan otros Juegos Olímpicos, donde parece que el mundanal ruido desaparece por un par de semanas, sin embargo nos lleva a sus propias controversias. En el caso de México, no podemos ni debemos seguir con el mismo esquema y esperar resultados distintos.
El deporte mexicano tendrá que hacer una profunda introspección -en todas sus federaciones y sus dirigentes-, en la Conade y en el Comité Olímpico Mexicano, los apoyos desde Palacio Nacional y una serie de revisiones a fondo. Hoy nuestro deporte es un reflejo de los malos manejos en sus cúpulas.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
EEZ