“Se ha vuelto como un palestino, pero no lo quieren porque es un palestino muy débil” Donald Trump.
El escenario para Donald Trump no podría ser mejor. El debate de la semana pasada no tuvo que hacer otra cosa que destacar las “desatenciones” (por decir lo menos) en las que cayó una y otra vez su contrincante, Joe Biden, quien evidencia faltas de atención y deterioros graves de salud. Las encuestas que hace unos días dictaban un empate en casi todos los estudios, hoy ya lo colocan (en promedio) seis puntos arriba del demócrata y con tendencia ascendente para noviembre, por lo que el regreso del magnate neoyorquino parece una realidad.
Sumado a lo anterior, Trump ha podido sortear los problemas internos del Partido Republicano, mismo que se encuentra tan resquebrajado que el expresidente es su única solución. Además ha esquivado todas las vicisitudes de orden legal, pues aunque haya sido declarado culpable por 38 cargos referentes al encubrimiento de su relación con Stormy Daniels, ha superado los cargos por el asalto al Capitolio, lo que le permite seguir en la contienda presidencial, misma que los yerros de Biden y la incipiente estrategia demócrata se la han colocado en bandeja de plata.
Ahora bien, ¿qué podemos esperar del regreso de Trump a la Casa Blanca? Es más que evidente que van a reanudarse políticas estrictas de inmigración con tintes xenófobos como la construcción del muro fronterizo, prohibiciones de viaje y deportaciones masivas, además de iniciativas como “Permanecer en México” para solicitantes de asilo afectando a miles de migrantes y solicitantes de asilo. Otro tema prioritario para Trump será azuzar las tensiones en acuerdos de desarme nuclear, particularmente con países como Irán y Corea del Norte, lo que podría aumentar el riesgo de proliferación nuclear y también se espera un apoyo excesivo a Israel y probablemente retire los apoyos a Ucrania.
Asimismo, comenzará con el deterioro de relaciones con aliados tradicionales como la Unión Europea y la OTAN, debido a una política exterior más aislacionista y menos cooperativa; un aumento de la presión sobre países latinoamericanos en temas de inmigración y comercio, lo que podría generar tensiones diplomáticas. La repetida supresión de acuerdos internacionales sobre cambio climático, como el Acuerdo de París, lo que afectaría los esfuerzos globales para combatir el calentamiento global. También es claro que continuará con las “guerras comerciales”, especialmente con China, lo que podría afectar la economía global y las cadenas de suministro, además de la cancelación de acuerdos comerciales multilaterales, favoreciendo acuerdos bilaterales que podrían ser más restrictivos y menos equitativos.
Así, el regreso de Trump a la presidencia podría generar una serie de cambios significativos y polarizadores tanto dentro de Estados Unidos como a nivel mundial. Las implicaciones abarcarían áreas claves como la economía, la política migratoria, las relaciones internacionales, y el cambio climático, afectando de manera profunda la dinámica global y local. Si llega a consumarse la victoria republicana personificada con Trump, veremos su parte más radical, terminará por asumir el control del partido, desmantelar voces críticas y disidentes, además de concluir con sus “pendientes” al interior de la Casa Blanca y torpedear todo lo que pueda poner en duda su autoridad. Hacia al mundo entero estará más presente el amago constante de presionar el botón rojo ante la mínima provocación. Veremos a un Trump 2.0 muy peligroso para el orbe.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
EEZ