Apuntes de Guerra

Venezuela, entre la espada y la pared

Donde Chávez derrochaba carisma y Petrodólares, Maduro ha recurrido al autoritarismo, al amedrentamiento, cuando no al terror político

Venezuela, entre la espada y la pared
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

En los 11 años que lleva en el poder Nicolás Maduro ha mostrado ser un triste heredero de Hugo Chávez. A diferencia de su antecesor,  Maduro no tiene ni la mística, ni el arraigo popular, ni la visión ideológica, ni tampoco la comprensión de la praxis política que hicieron de Chávez el fenómeno que fue.

Dónde Chávez derrochaba carisma y Petrodólares, Maduro ha recurrido al autoritarismo, al amedrentamiento cuando no al terror político y a el aislamiento como estrategia diplomática.

El colapso de la economía venezolana no tiene precedentes en un país que no esté en estado de guerra, y por más que intente culpar a las sanciones estadounidenses. Lo cierto es que la mala administración, la ineptitud y la ideologización extrema han destruido no sólo la economía, sino también el tejido social venezolano.

No hay mejor evidencia que el éxodo masivo de venezolanos en los últimos años. Hoy casi la tercera parte de la población de Venezuela ha emigrado y la enorme mayoría de lo ha hecho en condiciones extremas, corriendo riesgos a su vida e integridad, renunciando a todo lo que tienen.

¿Han pesado las sanciones estadounidenses? Ciertamente, pero no alcanzan a explicar ni justificar la debacle venezolana. Y cualquier intento por compararlas con el bloqueo económico a Cuba choca con la cruda realidad: las exportaciones petroleras siguen siendo una fuente de ingresos significativa, además de las ventajas competitivas en lo económico y lo geopolítico.

Sirva lo anterior para entender el contexto en el que se dieron las campañas y la elección presidencial del domingo pasado. Por primera vez en mucho tiempo, la oposición venezolana logró unirse en torno a una candidatura, la de Corina Machado, y al verse ella impedida la de Edmundo González. En esta ocasión Maduro no fue capaz de maniobrar o manipular para impedir una candidatura conjunta.

Para quienes gustan hablar de elecciones de Estado, esta lo fue: el gobierno de Maduro puso todas las trabas imaginables a los candidatos y promotores de oposición, restringió de manera brutal sus actos de campaña y limitó severamente la presencia y participación de observadores internacionales imparciales.

Escribo estas líneas cuando el Consejo Nacional Electoral ha validado el supuesto triunfo de Nicolás Maduro, mientas que la oposición y muchos gobiernos extranjeros ponen en duda los resultados. Lo más significativo es que aliados tradicionales del régimen venezolano, como Brasil, Colombia y México, han guardado un muy elocuente silencio y se abstienen, a estas horas, de reconocer los resultados oficiales.

Es cada vez más insostenible la posición de Maduro, que en lo interno solo podrá mantenerse por la vía de la represión y en lo externo pierde cada vez más amigos y aliados.

Más allá del resultado oficial, el mejor servicio que Maduro podría hacerle a su patria sería el aceptar que su tiempo ha terminado.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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