Columna invitada

Mito de equidad de género

Durante generaciones nuestra especie privilegió al trabajo del varón, subestimando el trabajo de la mujer

Mito de equidad de género
Eduardo Sadot / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Durante generaciones nuestra especie privilegió al trabajo del varón, subestimando el trabajo de la mujer, fue común, incluso por las propias mujeres decir – no trabajo, dedicada al hogar – como si el trabajo del hogar no fuera tan difícil o más extenuante que el trabajo del hombre fuera del hogar, hoy la evolución ha reconocido la labor de un hogar y el cuidado de la familia, incluidos niños y adultos mayores. 

Pero es tan censurable afirmar que la mujer tiene menos capacidades para otras tareas como afirmar también que es superior en capacidades que el hombre, menos generalizar, porque siempre hay excepciones, de ambas partes, en los humanos hay fortalezas y debilidades en los géneros, sin distinción.

Afirmar que la mujer es mejor administradora o mejor en las tareas del servicio público o que son más honestas que los hombres, tampoco puede generalizarse, la excepción o la regla no lo permiten.

Se ha hecho en política y en la sociedad privilegiar la participación de la mujer, ello justificadamente, por los años que incluso se le negara el derecho al voto, hasta llegar a la figura de las juanitas, para burlar la cuota de género, que obligó a regularlo y proscribirlo de la costumbre política, pero la evolución natural nos llevará más pronto de lo que creemos a una verdadera competencia – que no rivalidad – entre los géneros, donde se vuelva al antiguo anhelo de competir con cualidades y virtudes para alcanzar un espacio en el sector público o privado. 

Los mexicanos, famosos – como el ejemplo de las juanitas – por violar las leyes, que evidencian la moral de los mexicanos que no necesariamente coincide con la ética de los mexicanos, la ética son los valores o principios a los que aspiramos o que nos gustaría practicar, pero la moral es lo que la hacemos por costumbre – lo que hacemos – en la realidad, que se refleja en la verdadera moral de lo que somos, por lo que hacemos, lo que en realidad acostumbramos a hacer y hacemos. 

Así vemos a muchos políticos que pregonan sus valores éticos y presumen de ello, pero su costumbre, desempeño o actuación es otra muy distinta y ello, a diferencia de su ética, evidencia y exhibe su verdadera moral.  

Todos los géneros para ejercer a plenitud sus derechos, deben ser honestos, no utilizar su condición para el chantaje y medrar con su condición, no confundir la igualdad con la equidad, que son cosas diferentes y la igualdad, solo existe entre iguales. 

Qué tan lejos estamos de alcanzar la auténtica honestidad para poner en práctica virtudes, debilidades y fortalezas, para competir por cualquier cargo, porque vemos muchos casos hoy, que con el pretexto de la equidad, llegan sujetos altamente ignorantes y deshonestos.

POR EDUARDO SADOT

COLABORADOR

sadot16@hotmail.com 

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