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Reflexión Nacional

Nuestro fútbol enfrenta una realidad preocupante: la falta de un proceso de formación de nuevos talentos. Como país anfitrión, no participaremos en las eliminatorias

Reflexión Nacional
Diego Sánchez González ‘SAGO’ / Almanaque / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El próximo mundial se llevará a cabo en nuestro país, un evento que despierta una inmensa ilusión y orgullo en cada rincón de nuestra nación. Sin embargo, este gran honor conlleva también una serie de desafíos que tanto los aficionados, como los directivos de los equipos y la propia federación de fútbol deben afrontar con seriedad y visión a largo plazo.

Nuestro fútbol enfrenta una realidad preocupante: la falta de un proceso de formación de nuevos talentos. Como país anfitrión, no participaremos en las eliminatorias, lo que nos priva de una valiosa oportunidad para preparar y probar a nuestra selección en competencias oficiales de alto nivel. Este vacío en el calendario competitivo se suma a la ya delicada situación de nuestra liga local, que sufre una significativa debilidad estructural al no contar con una liga de ascenso que fomente la competitividad y el desarrollo de jugadores.

En este contexto, es crucial observar y aprender de ejemplos exitosos en el ámbito internacional. Tomemos como referencia a Bélgica, cuyo fútbol ha experimentado una transformación notable en la última década. En los años 2000, la federación belga implementó un plan de desarrollo a largo plazo, invirtiendo en academias de formación y en la infraestructura de sus clubes locales. Como resultado, Bélgica ha producido una generación de jugadores de clase mundial que compiten en las ligas más importantes de Europa y han llevado a su selección nacional a ser una de las más competitivas en el escenario internacional.

Por ejemplo, Alemania, después de una desastrosa actuación en la Eurocopa 2000, implementó un programa integral de desarrollo juvenil que incluyó la construcción de centros de formación de élite y la reforma de su sistema de entrenamiento. Esta inversión ha producido no solo una generación dorada de futbolistas que ganó el Mundial 2014, sino también un flujo constante de talentos que han mantenido a la Bundesliga competitiva y lucrativa.

Invertir en infraestructura, formación de entrenadores y programas juveniles puede llevar a nuestro país a un nivel similar, donde el éxito en el campo se traduce en beneficios económicos a través de mayores ingresos por derechos de televisión, patrocinios y transferencias de jugadores formados localmente. De esta manera, la inversión inicial se convierte en un ciclo virtuoso de crecimiento y prosperidad para nuestro fútbol. 

Otro caso ejemplar de proyección a largo plazo es el de Islandia, una nación con una población pequeña que, sin embargo, ha logrado destacar en el fútbol europeo gracias a un enfoque sistemático en la formación juvenil y el desarrollo de entrenadores. La construcción de instalaciones deportivas modernas y el acceso a entrenamientos de alta calidad desde edades tempranas han permitido a Islandia competir en torneos de primer nivel como la Eurocopa y las eliminatorias de Copa del Mundo, desafiando todas las expectativas.

Nuestro país necesita adoptar una visión similar. La federación de fútbol debe liderar un esfuerzo concertado para fortalecer las bases de nuestro deporte, comenzando por establecer una liga de ascenso que promueva la competitividad interna. Esto no sólo elevará el nivel de juego en la liga principal, sino que también proporcionará un escenario vital para que los jóvenes talentos se desarrollen y demuestren su valía.

También es imperativo fomentar la exportación de jugadores. Actualmente, importamos más futbolistas de los que exportamos, lo que refleja una falta de confianza y oportunidad para nuestros talentos locales. Establecer vínculos con academias y clubes internacionales puede abrir puertas para que nuestros jóvenes jugadores ganen experiencia en ligas más competitivas y regresen con habilidades mejoradas que beneficien a nuestro fútbol nacional. Vayamos más allá, trabajemos y atendamos el tema físico, mental y de bienestar integral, no sólo se necesitan futbolistas, sino atletas íntegros.

El mundial en casa es una oportunidad única, pero también un llamado a la acción. Debemos trabajar juntos para construir un futuro sólido para nuestro fútbol, uno que no solo brille en el evento mundialista, sino que asegure un legado duradero de éxito y desarrollo deportivo. El camino hacia el progreso no es fácil, pero con determinación y una estrategia clara, podemos aspirar a grandes logros y a partir de ahí, impulsar e inspirar a más personas.

Por Diego Sánchez González  ‘SAGO’
sago.almanaque@gmail.com
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