Las escuelas son espacios fundamentales para lograr que el proyecto educativo y social al que aspiramos se convierta en realidad, ya que brinda a las niñas, niños y jóvenes oportunidades para desarrollarse y superar las barreras de su contexto. Sin embargo, hace algunos días la escuela primaria Niños Héroes, ubicada en Culiacán, se convirtió temporalmente en un cuartel militar, lo cual contradice profundamente su propósito como un lugar destinado a la construcción del futuro y bienestar de los estudiantes.
Aunque la autoridad educativa estatal rechazó la permanencia de los militares, es visible la gravedad de la situación en Sinaloa. Algunas escuelas, más allá de su función pedagógica, se han convertido en trincheras donde las y los niños deben resguardarse; las aulas que deberían ser espacios para el aprendizaje se transformaron temporalmente en bodegas para guardar el armamento y equipos tácticos; el patio donde los estudiantes jugaban y divertían, se convirtieron en estacionamientos para vehículos y áreas para colocar las casas de campaña donde se establecían los soldados.
La escuela, en lugar de ser un símbolo de esperanza y oportunidad, ha llegado a convertirse en ciertos momentos en un recordatorio de los problemas estructurales que atraviesa la sociedad. Estas afectaciones que siguen creciendo poco a poco, van consumiendo los espacios públicos y limitando gravemente el derecho a aprender de ésta y las futuras generaciones.
Las consecuencias de la violencia en Sinaloa han sido evidentes en diversos aspectos. No todos los estudiantes han podido regresar a las aulas y en algunos casos la presencialidad ha sido intermitente. Aquellos que asisten a las escuelas sienten el estrés, la ansiedad y el temor de que la violencia los alcance en algún momento. Aunque físicamente están presentes, su mente no está centrada en aprender.
Esta situación se profundiza aún más entre los estudiantes que enfrentan mayores desigualdades educativas y quienes son cada vez más excluidos de las oportunidades de aprendizaje. El caso del desplazamiento en la escuela Niños Héroes es solo un ejemplo de los distintos tipos de desplazamiento que existen, donde por motivos de violencia e inseguridad, familias enteras se ven obligadas a abandonar sus hogares, sus escuelas y comunidades para ponerse a salvo del peligro.
Como sociedad, no debemos dejar de exigir e insistir de que lo que sucede en Culiacán es grave y está atentando contra el derecho a aprender. Es un recordatorio de que la violencia está llegando a espacios que deberían de ser seguros y protegidos, pues más que un edificio, la escuela representa el futuro de la sociedad. Un espacio que debe ser cuidado por todas y todos, un lugar que debe ser protegido para transformar y mejorar. Es urgente que las autoridades garanticen que las escuelas dejen de ser escenario de violencia, y se conviertan nuevamente en los espacios seguros y de esperanza donde las nuevas generaciones puedan construir un futuro mejor.
POR ÁNGEL LEYVA
DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN EN MEXICANOS PRIMERO SINALOA
@ANGELLEYVA21
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