El Doctor Patán supo de las Tiendas del Bienestar, que proveerán al pueblo de todo lo que necesita y, al hacerlo, pondrán a temblar a Walmart, la Comer y demás gigantes del sector, y, feliz, se apresuró a hacer la lista del súper, con sus básicos: single malt; aceite de oliva extra virgen, prensado en frío, para romper el fasting con la mayonesa casera que tanto le gusta a la señora de la casa; huevo orgánico para el mismo propósito y para el consumo cotidiano; cerveza rigurosamente no artesanal de la de 90 calorías…
Y algunos lujitos, que vida solo hay una, como manchego español, pistaches para acompañar el single malt y café italiano para el chicotazo de cafeína en las mañanas. Sí, en esas andaba cuando mi amigo Alejandro Rosas, en el chat que tenemos con nuestro editor y también amigo Gabriel Sandoval, me dijo, y cito: “Güey, no es ese tipo de tienda. Piensa más bien en las de Conasupo”.
Debo confesar que nunca entré a las tiendas que refiere mi amigo. En sus años de auge, su doctor no había aun pasado por la Epifanía de la transformación obradorista, de manera que, sin entender las bendiciones del abasto popular, se aprovisionaba en tiendas fifís, de espaldas, ay, al Pueblo Bueno.
En cambio, sí recordé las tiendas del ISSSTE a las que acompañaba a mi madre en los 70, con sus frijoles, sus galletas María de marcas indómitas, su Maizoro, sus cartones de leche paraestatales, etcétera, y pensé que la cosa seguramente iría por ese lado.
Lo celebro. Después de todo, la verdadera izquierda a lo que aspira no es a que adoptemos formas burguesas de vida, para que luego no sepamos agradecerle a nuestros próceres lo que hicieron por nosotros, sino a que seamos pobres, incluso más pobres, pero a bajo costo.
Pongámoslo así: seguirás amarrado al frijolito, el huevo no orgánico, las tortillas ultra procesadas y, en días buenos, a las salchichas esas de color y consistencia sospechosísimos que comemos los mexicanos, pero, si haces cola y vas en los horarios laborables que marque el sindicato, pagarás cuatro o cinco pesos menos por paquete que en los supermercados capitalistas.
¿Habrá en las Tiendas del Bienestar productos de esos creados por el Estado? Espero que sí. México tiene una larga tradición de iniciativas públicas en el orden alimentario, desde el Pepepez que produjo algún día el lópez-portillismo, una especie de melanina empanizada de pescado y formateada que como huachinango, que como estrella de mar, supongo que para seducir a la infancia, hasta la leche Betty de mi Martí. Bien, pues hay que honrarla, sin descuidar a mis bodocones, que pueden facilitar abundante materia prima a precios de amigo.
De momento, en un afán solidario de no saturar innecesariamente las Tiendas del Bienestar, su doctor seguirá abasteciéndose en City Market. ¿Un whisky que recomienden?
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
MAAZ