Cada invierno, los habitantes de Nuevo León enfrentan niveles alarmantes de contaminación atmosférica, una amenaza que compromete tanto su salud como su calidad de vida.
Consciente de esta problemática, Alfonso Martínez Muñoz, secretario de Medio Ambiente del estado, anunció recientemente que enviará una solicitud formal a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y a la Secretaría de Energía para reformar la NOM-CRE-016.
Esta medida busca que la entidad reciba gasolina con estándares similares a los de la Ciudad de México y Guadalajara, en un esfuerzo por mitigar los efectos nocivos de los combustibles de menor calidad que actualmente se distribuyen en la región.
El impacto de estos combustibles es devastador. Un estudio de 2021 realizado por el Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire reveló que la gasolina comercializada en Monterrey emite 154 por ciento más de compuestos orgánicos volátiles (COV) durante el invierno en comparación con otras ciudades.
Esto ocurre principalmente porque los combustibles utilizados en Nuevo León tienen un mayor grado de evaporación, lo que genera una mayor dispersión de COV, precursores de contaminantes como el ozono y partículas PM2.5. Estas partículas, que representan una de las mayores amenazas para la salud pública según la OMS, permanecen suspendidas en el aire durante horas o incluso días. Al ser inhaladas, penetran profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo, lo que causa enfermedades respiratorias crónicas, problemas cardiovasculares e incluso cáncer. El problema no es nuevo.
Desde hace años, asociaciones civiles, legisladores y gobiernos locales han señalado la desigualdad en la calidad de los combustibles distribuidos en distintas regiones del país.
Mientras la Ciudad de México y Guadalajara han avanzado hacia hidrocarburos más limpios, Nuevo León aún recibe gasolina con mayores niveles de evaporación, lo que agrava las emisiones contaminantes y empeora la calidad del aire. Esta situación, además de afectar al medio ambiente, incrementa los costos de atención médica y reduce la productividad laboral debido a enfermedades relacionadas con la contaminación.
La solicitud del secretario de Medio Ambiente es un paso crucial, pero debe formar parte de un esfuerzo integral. De acuerdo con expertos en la materia, la contaminación del aire en Nuevo León no puede resolverse únicamente con la mejora en la calidad de los combustibles; también se deben implementar políticas públicas para reducir las emisiones industriales, promover el uso de transporte público sostenible y educar a la población sobre prácticas que disminuyan la huella ambiental.
Garantizar combustibles más limpios no es solo una cuestión de justicia ambiental, sino una inversión en la salud y el futuro de los habitantes de Nuevo León. Como uno de los principales centros económicos del país, la región merece recursos que estén a la altura de su importancia estratégica.
POR JAIME NÚÑEZ
X: @JANUPI
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