Crecí en un hogar católico, en el que el concepto de Dios que me enseñaron me empezó a parecer limitante. Así que comencé a buscar opciones que me hicieran sentir mejor y más libre. Esa búsqueda me ha dejado aprendizajes, pero también un dilema: ¿Cómo elegir una religión?
Cuándo me preguntan si creo en Dios, respondo que no práctico ninguna religión, pero creo que existe algo superior, y por supuesto, en los malos tiempos es cuando más anhelo que exista, pues necesito tener fe que las cosas van a mejorar.
Pero al parecer, no soy la única que se niega a ser parte de una religión. De acuerdo con la encuesta Religión Global 2023, el 20% de los millennials encuestados afirma creer en un poder o espíritu superior, pero no en Dios tal como se describe en las Sagradas Escrituras. Además, un 11% no está seguro de en qué creer, y otro 20% no cree ni en Dios ni en un poder superior.
Ahora, otra cosa que he detectado es que mezcló más de una creencia: a veces practico un poco de budismo, en especial, el dejar fluir las cosas, aceptar mi presente y el desapego. Otras veces hablo con Jesús o mis familiares fallecidos para que las cosas me salgan bien, y también considero la astrología para saber cómo va a influir en mi energía.
Todas estas ideas conviviendo en mi cabeza me hacen sentir cansada, pérdida y la paz que anhelo encontrar en la espiritualidad no la consigo. Entonces para tratar de resolver el dilema ¿en qué creer? Me he planteado lo siguientes pasos:
1. Soltar las creencias que me quitan la paz. Por ejemplo, he notado que la astrología no me hace bien. Percibo que al consultar mi horóscopo o carta astral, me predispongo a actuar en función de lo que leo, además, pensar en el futuro me genera ansiedad.
2. Detectar qué valores son importantes para mí: eso me ayudará a elegir la religión que va conmigo o practicar de cada vertiente aquello que los refuerza, en mi caso creo en la solidaridad, el compromiso, el orden y la gratitud.
3. Explorar diferentes creencias: En mi búsqueda, hice match con el budismo, me encantó el libro de Siddhartha Gautama, porque me permitió descubrir la belleza de cosas que siempre habían estado ahí, pero que no había notado antes, como ver el brillo de las hojas de un árbol bajo el sol.
4. Integra lo mejor de cada religión: si bien, considero que da mayor claridad en la vida practicar una sola religión, no sé si pueda comprometerme al 100 con alguna, así que decidí mezclar lo mejor (según mis valores) del catolicismo y el budismo.
En conclusión, reconozco que tengo la necesidad de creer en Dios, sentir ese soporte que está más allá de mi que brinda esperanza y fe, palabras con la que he forjado mi vida.
Y más que practicar una religión específica, disfruto de ser una persona espiritual, libre de dogmas, pues a medida que tengo nuevas experiencias, siento la necesidad de ajustar mis hábitos, y eso incluye también mis prácticas espirituales.
POR DULCE ELENA GALINDO VILLA
COLABORADORA
@DULCEGALINDOVILLA
MAAZ