Pareciera impensable que Rosario Piedra Ibarra buscara su reelección al frente de la CNDH después de haberle dado la espalda a las víctimas de desapariciones forzadas, de violencia, de masacres. ¿Con qué cara se presenta ante el Senado, ante la sociedad, ante la historia misma, cuando su mandato ha sido un desfile de omisiones y complicidades? Si hay algo que la figura de Rosario Piedra ha demostrado es que la lucha por los derechos humanos no es un cargo ni un apellido heredado.
Piedra Ibarra ha sido testigo del sufrimiento de miles de mujeres violentadas, de miles de madres y padres que buscan incansablemente a sus hijos y sin embargo, los ha ignorado. Las víctimas no merecen una institución que continúe como comparsa de Morena, que niegue que en México sigue ocurriendo la tortura y las desapariciones forzadas. Lo que ellos necesitan es una defensora incansable sin importar las presiones políticas, sin importar el costo.
No olvidamos que la pasada elección Rosario Piedra fue electa con un fraude y la historia, lamentablemente, nos ha dado la razón a la oposición; advertimos sobre su falta de independencia y capacidad para proteger los derechos humanos.
Ahora pretende que OTRA VEZ la elijan con engaños y fraudes, no le bastó con ser la peor evaluada, se ha dado a conocer que Piedra presentó una carta de recomendación falsa. Este hecho, denunciado por el Obispo Emérito de Saltillo, no solo es un acto grave de irresponsabilidad, sino también una muestra clara de la falta de ética. Si es capaz de presentar documentos falsos en un proceso tan crítico, ¿qué podemos esperar de ella?
Piedra Ibarra se ha empeñado en deteriorar la imagen de la institución no solo con su deficiente actuación, ahora con escándalos de manipulación de documentos. La falsificación de documentos no solo deja en entredicho su legitimidad para ocupar el cargo, sino que también se deben abrir posibles investigaciones que podrían involucrar a otras personas. La Fiscalía General de la República, tiene la obligación de investigar el hecho y determinar la responsabilidad penal correspondiente.
¿Cuántos otros documentos manipulados o irregularidades habrán realizado funcionarios de primer nivel? Los antecedentes de este gobierno, con el caso de la ministra Jazmín Esquivel o el Fiscal de la Ciudad de México, Ulises Lara, dejan claro que son una practica recurrente para proteger a ciertos actores del poder.
El caso de Rosario Piedra Ibarra es una advertencia sobre el deterioro institucional que sufre México. Si el gobierno y el Senado permiten que, otra vez, alguien como ella quede al frente de la CNDH, el mensaje que se envía es claro: en México, la impunidad y la falta de responsabilidad son la norma, no la excepción.
La reelección de Rosario Piedra sería un golpe más a la credibilidad de la CNDH, una bofetada para todas las víctimas que han luchado durante años para que se les haga justicia. Los legisladores de Acción Nacional hemos señalado que hay mujeres y hombres mejor calificados para este puesto. Personas que no tienen un apellido famoso que las respalde, pero sí tienen una trayectoria sólida y auténtica de lucha y defensa. Es hora de que Morena escuche a la sociedad y no a los intereses políticos que están dispuestos a seguir permitiendo la continuidad de una gestión fallida.
Laura Esquivel Torres
Senadora de la Repùblica y Secretaria Nacional de Promoción Política de la Mujer en el CEN del PAN
