Definiciones

Hasta siempre

Casi nadie lo sabe, pero Ifigenia Martínez permaneció en terapia intensiva hasta un día antes de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum. Imbatible, tomó la decisión de estar ese día en Tribuna

Hasta siempre
Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Hay quienes dejan huella en su andar. Ifigenia Martinez era de esas. Protagonista del México contemporáneo, de la vida pública en las últimas seis décadas. Causas, transformaciones y cambios estructurales que nos han llevado al país que hoy somos, no se entenderían sin su presencia, sin su lucha y sus ideas.

Decirle histórica no alcanza para describir la potencia del personaje. Incansable siempre, su última aparición la retrata en su grandeza.

Casi nadie lo sabe, pero la maestra Ifigenia estuvo hospitalizada hasta un día antes de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum. Un grave padecimiento la llevó a terapia intensiva durante más de una semana. Incansable, la presidenta de la Cámara de Diputados decidió estar en la sesión para entregar la Banda presidencial a la primera presidenta.

Referente de la vida pública y mujer de primeras veces (una de las primeras mujeres con maestría por Harvard, primera directora de la Escuela Nacional de Economía, primera senadora de oposición por el entonces DF…), no había nadie con mayor legitimidad para ungir a la primera mujer presidenta en la historia.

Imbatible, tomó la decisión de estar. Sería ese su último acto público, su adiós. Se cerraba un ciclo, se escribía historia. La estampa fue tan poderosa como su empuje y gallardía: un esfuerzo extraordinario que la llevó a estar ahí para quedar retratada en un momento estelar.

De ella se podrá escribir mucho; de su pasado, su aporte a la democracia y su determinación de caminar junto a las causas sociales y de izquierda, pero quizá nada la describa mejor -en su grandeza- como sus últimas palabras; el posicionamiento que por su estado de salud ya no pudo leer desde la Tribuna de San Lázaro aquel 1 de octubre, pero quedó escrito.  

“Su llegada a la Presidencia es la culminación de una lucha que hemos atravesado generaciones enteras de mujeres, quienes con valentía desafiamos los límites de nuestros tiempos. Hoy, junto con ella, llegamos todas y abrimos paso a una nueva era”, escribió.

“Desde esta soberanía, le decimos que no está sola. Que la lucha por la justicia y por la igualdad es de todas y de todos. Y que no descansaremos hasta lograr una democracia plena, donde no haya distinción de género, clase o condición. Que nuestras diferencias no nos dividan, sino que sean la fuente de propuestas y de soluciones compartidas a los distintos retos que entrenamos”, se lee en el texto.

Y en el cierre, la contundencia; la grandeza: “Hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre todas las fuerzas políticas, dialogar sobre nuestras divergencias y construir, juntas y juntos, un país más justo y solidario.

“Es tiempo de altura de miras. Es tiempo de construir nuevos horizontes y realidades. Es tiempo de mujeres.

Sigamos dejando huella”, finaliza el mensaje.

Ella hará falta. Su voz hará falta. Su consistencia intelectual y congruencia ideológica, harán falta. Sus ideas y sentido del humor, su inteligencia y disposición al diálogo, harán falta. Su visión de largo plazo, alejada de los calendarios electorales que se han vuelto brújula para el grueso de la clase política casi siempre entrampada en la rebatinga de cargos y la vulgar disputa de recursos, harán falta.

Se fue una mujer de Estado. Hasta siempre, maestra.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN    

M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM                                 

@MLOPEZSANMARTIN 

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