Entre pleitos y deslindes también se avizora la desaparición de Acción Nacional. Ya es el único de la oposición que falta se esfume.
En este caso no podrán aducir que lo destrozó el obradorismo; tampoco la falta de cuadros (siempre los tuvo, si acaso ahora se les ignora más). La verdadera razón de su ocaso se deberá a su división interna y al coletazo que le está dando el asunto García Luna. Odios, vísceras y contaminación cruzada que viene desde Nueva York.
Y si bien la división interna no es algo nuevo, ni siquiera en Acción Nacional, el presentarse aunado a un fuerte desprestigio ya es otra cosa. La salida de Felipe Calderón y luego de Margarita Zavala y otras importantes figuras en el 2018 no inició la debacle, tan solo abolló al instituto y evidenció el estado de desunión en el que se encontraba ya desde entonces el albiazul.
Luis H. Álvarez, quien tan atinadamente dijo que se debía ‘ganar el poder sin perder el partido’, se volvería a morir al ver que se perdieron ambas cosas. Los panistas no supieron mantener ni el poder y todavía menos el partido.
La decadencia bien pudo haber iniciado años antes de haber logrado la presidencia con Vicente Fox en el 2000. De hecho, Carlos Castillo Peraza (el último gran ideólogo del PAN) sentenció: “cuando Fox acabe con esto perderemos el gobierno y ya no tendremos partido”. Tardaron seis años más en perder el poder, pero la semilla de la destrucción ya había sido sembrada antes y germinaba.
Luego vino la lucha interna entre los calderonistas y los anayistas, misma que logró que hoy el PAN se tornara de albo y azul a un gris deslavado.
Pero ahora vino algo mucho peor. La condena dictada al ex super policía y secretario de Seguridad Pública en el sexenio 2006 2012 sirvió para que Marko Cortés se lanzara nuevamente con ahínco —no es la primera vez— contra el expresidente Calderón.
El hoy dirigente de Acción Nacional le solicitó a Calderón Hinojosa una explicación del porqué había invitado a García Luna a colaborar en su administración y a ocupar la cartera de tan importante dependencia federal (Seguridad Pública). Uno y otro, en lugar de guardar silencio y resolver sus pugnas fuera de reflectores, las escalaron.
El michoacano hizo mal en contestarle y llamarle a Cortés el “3M” por aquello de ‘Marko, mediocre y miserable’. Pero el presidente de Acción Nacional se equivocó en pensar que esto de la sentencia contra García Luna era la oportunidad de re afianzar el control sobre el PAN.
Calderón le soltó a Cortés lo siguiente: “nosotros sí combatíamos a la delincuencia, arriesgábamos nuestras vidas, defendíamos a la gente…” Auch. Mal momento de mezclar este tema tan delicado con la lucha por la dirigencia del PAN que se renovará próximamente. Quedarán mal hacia dentro y hacia afuera; y, encima, el morenismo los hará trizas en el frente partidista y en el ámbito de la legitimidad personal e institucional.
¿No se dan cuenta que Calderón perdió toda presencia desde que Enrique Peña Nieto derrotó a Josefina Vázquez Mota y que Marko Cortés no ha logrado ganar nada de nada? El PAN ha perdido gubernaturas y legisladores. Ese par y todos quienes los siguen y secundan deberían entender su participación en el descontento de la gente y dejar sus asuntos para otros tiempos. Si acaso.
¿Tender puentes? ¿Buscar que ese partido ‘bregue contra tempestades’? No les cruza por la mente. Su tamaño histórico —que ya va siendo nulo— queda demostrado con lo poco que les importa el momento en que México se encuentra y prefieren señalarse unos a otros. ¿Justicia para el país?, ¿salvar instituciones?
No. Salvar cara, echarse la culpa y en el proceso agandallarse lo último que queda del PAN (y, sí, los recursos que reciben de los impuestos de todos nosotros vía el INE).
No les basta el duro golpe que recibe Acción Nacional y el ex presidente a la par de la condena que purgará Genaro García Luna. Optan por la ceguera, la mediocridad y el rencor personal.
Mientras tanto, la coordinadora del PAN en el Senado, Guadalupe Murguía, es olímpicamente ignorada por propios y extraños; el vicecoordinador legislativo, Enrique Vargas, opera un barco que hace agua; Marko Cortés no aparece y cuando lo hace, nadie quiere acercársele. Las crisis son tiempos de oportunidades, ellos prefirieron ignorarlas.
Marko exige explicaciones a Calderón cuando él no ha dado ni una sola por la debacle del 2 de junio o acerca de cómo abandonó a Xóchitl Gálvez. Tampoco de por qué todos los legisladores de oposición que llegaron de manera plurinominal fueron los de su grupo cercano. Tan parecido a Alito…
El PAN siendo el PAN. Solo falta saber si seguirá al PRI en su extinción o si rebasará al Tricolor en su carrera hacia la tumba.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
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MAAZ