Para muchos, dentro y fuera, los Estados Unidos atraviesan una de las mayores crisis políticas de su historia, con pocos precedentes excepto los años que precedieron a la Guerra Civil de 1861-65.
Y en el centro de esa crisis se encuentra el expresidente Donald Trump, que aparentemente domina el panorama político estadounidense. Después de todo, su popularidad entre las bases del Partido Republicano, basada en su retórica antielitista y nacionalista le ofrecen una influencia extrema sobre carreras y rumbos; sus movimientos, sus declaraciones, sus problemas judiciales y las especulaciones sobre su futuro parecen ahora incidir, no sólo sobre la opinión pública del momento, sino sobre el futuro del país.
De hecho, dicen algunos medios, sus juicios pondrán a prueba la resistencia de la democracia en los Estados Unidos.
El punto es simple: Trump niega que sus acciones como Presidente para mantenerse en el poder hayan sido criminales. De entrada, insiste en que las elecciones fueron tramposas, que el sistema electoral fue trucado para afectarlo y darle la victoria a su rival, Joe Biden, y que el Congreso jamás debió certificar el resultado de las elecciones.
Así, Trump usa su fuerza en el Partido Republicano para cuestionar al sistema judicial y político estadounidense.
Pero la realidad es que va más allá de Trump. Es todo un sector de los estadounidenses, que encuentra en Trump su vocero, el portavoz de sus quejas contra un sistema elitista que creen los abandonó en beneficio de ricos, minorías étnicas y migrantes; que cuestiona sus creencias tradicionales para favorecer aperturas que traen consigo lo que muchos de ellos consideran como aberraciones, como el aborto o la trans-sexualidad y que llevan a los religiosos más conservadores a aceptar a Trump como un mensajero "imperfecto" de la voluntad divina.
Las acusaciones contra Trump se resumen en la conspiración y acciones para tratar de revocar por las buenas o, por las malas, los resultados de las elecciones presidenciales de 2020.
Pero sus palabras y sus acciones cayeron en oídos dispuestos a escucharlo y predisposición a sumarse.
Muchas de las posiciones asumidas por los que pueden ser definidos como partidarios de Trump parecen ir contra el sentido común o creencias científicas, como el calentamiento global, o avances sociales, como el derecho al aborto. Y aunque no sea tan expreso como antes, contra los avances de migrantes y minorías étnicas.
Pero son sus creencias, y si bien es cierto que, según las encuestas, están en la minoría, lo cierto es que las causas que se unen bajo la sombrilla Trump son un diccionario de quejas conservadoras y teorías conspiratorias.
Qué tan lejos estén dispuestos a llegar esos sectores, o el propio Trump –que ya amenazó al fiscal especial Jack Smith con "ir tras de usted"– puede ser determinante. Qué tan dispuestos estén a acatar resultados electorales de 2024 que no los favorezcan será la prueba de resistencia de la democracia estadounidense.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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