La nueva anormalidad

Muy políticas

El modelo educativo y los libros de texto han generado una acalorada discusión pública, pero han aparecido voces que reivindican el diálogo e incluso el disenso

Muy políticas
Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

“A mi parecer tu invitada parte de la ingenua idea de que la clase política de este país está interesada en el diálogo y la educación”, me escribe un escucha del podcast que grabé esta semana para El Heraldo, cuyo tema es el nuevo modelo educativo – más que los libros de texto gratuitos, que son su consecuencia– y cuya invitada es Mara Robles, secretaria de Educación de la CDMX entre 2012 y 2015.

Lo que supongo motiva el reproche es la siguiente declaración de Mara: “Este modelo educativo, pedagógico y curricular que se ha presentado puede –o no– tener insuficiencias. Para poderlas arreglar, necesitamos dialogar como la gente en una mesa sin descalificaciones, y sentar a los pedagogos más importantes de este país, que piensan distinto entre sí afortunadamente… Si hubiera visión de Estado sería una gran oportunidad para que, en lugar de agarrarnos a escobazos, utilicemos la escoba para barrer la basura de la discusión e ir a lo sustancial…”

Mara es hoy diputada al Congreso de Jalisco por el partido Hagamos, cuyo núcleo incluye a muchos cuadros vinculados a la Universidad de Guadalajara. Se asume una política de oposición tanto al partido que controla el Ejecutivo y el Legislativo en su estado como al que hace lo propio –o, a mi juicio, lo impropio– a escala federal.

No es ingenua: ¿cómo podría serlo cuando se opone todas las semanas a la aplanadora de un Congreso local utilizado como oficialía de partes por el gobernador? Difícilmente pensará que su propuesta dialogante puede prosperar en un país con la clase política que tiene México hoy. ¿Sería ésa razón para abjurar de los principios democráticos? ¿La mediocridad y la obsecuencia ajenas deberían transformarnos en cínicos?

A veces, además, asoma algún actor que encarna la esperanza de una mayor complejidad en nuestra clase política. Es el caso de la diputada federal Adela Ramos, quien ha exigido la comparecencia de las autoridades educativas ante la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados –a la que pertenece– y demandado la revisión del proceso por parte de la Auditoría Superior de la Federación por considerar que los libros de texto acusan “intenciones dogmáticas y filosóficas que conllevan un interés político”. Sorpresa: Ramos es diputada por Morena.

En su tercera acepción en el DRAE, “político” significa “cortés, urbano”. (Tal es su significado cuando decimos que alguien es “muy político”.) Las posturas de las diputadas Robles y Ramos lo son en esa acepción y en la otra: la que las lleva a ocuparse de la administración de los asuntos públicos. Ésas y no otras deben ser las asociaciones del adjetivo ”político”. Que en medio de la pobreza de nuestra clase política aparezcan voces que lo recuerden, y que reivindiquen ya el diálogo, ya el disenso, no puede sino ser digno de agradecimiento.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

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