Uno de los mayores retos que enfrentan los padres y educadores, es el de dosificar el uso del celular al que desde muy temprana edad son adictos los menores. Suelen ser los mayores quienes los han aficionado a su uso aún antes de gatear, cuando apenas empezaban balbucear. Lo cierto es que la destreza que han desarrollado los niños desde muy chiquitos moviendo su pequeño pulgar es asombrosa, cuando se trata de encontrar videítos, juegos o canciones que ofrecen las plataformas infantiles. Dada la democratización del celular, presente en todos los ambientes, ésta es una realidad que alcanza todos los niveles sin distinción de estrato social. Resulta imposible resistir a la presión de los niños para obtener el celular de sus papás quienes, la mayoría de las veces, acaban por rendirse con tal de que les dejen en paz. La batalla es mayor cuando se trata del chantaje que ejercen cuándo van siendo mayores de edad, y la preocupación más grande cuando el reto tiene que ver con su salud mental.
Existe una correlación entre el declive emocional que padecen las nuevas generaciones, en comparación a las anteriores, con la omnipresencia de esta nueva forma de comunicación que invade los espacios de convivencia. No se trata de satanizar el Smartphone, pero sí de estar conscientes de la relación que existe entre la salud mental, y la edad en la que se obtiene el primer celular. Global Mind Proyect (GMP) realizó un estudio, publicado recientemente en aceprensa, con los datos que arroja esta investigación que vale la pena tener en cuenta. Participaron 27 mil 969 jóvenes de 18 años (generación Z) procedentes de distintos continentes, de diferentes culturas y estilos de educación, de los cuales, 62% fueron mujeres y 36% hombres. Las respuestas anónimas fueron captadas a través de Internet. El propósito era conocer la salud emocional de los jóvenes asociada a padecimientos como la depresión, los trastornos mentales, o los síntomas de ansiedad y desesperación, en relación con la edad de haber recibido el primer celular. La conclusión fue contundente: el estado de bienestar mejoraba considerablemente entre aquellos que habían recibido su primer celular mayores de 18 años, mientras que problemas muy graves asociados a pensamientos suicidas, a la sensación de estar separados de la realidad o al deseo de agredir eran frecuentes, entre quienes habían empezado a usarlo a edades tempranas. El estudio arrojó otros síntomas preocupantes como el tener mayor propensión a sufrir alucinaciones o adicciones en las mujeres, y compulsión o sentimientos de culpa en los hombres. Es aún muy pronto para que estos síntomas sean reconocidos en el Manual de diagnóstico de enfermedades psiquiátricas como asociadas directamente al uso del celular. Lo que sí pudieron concluir los investigadores del Global Mind Proyect es que su uso representa riesgos en el momento de socializar, para quienes han crecido con un móvil desde temprana edad. “Entre más joven se obtenga un celular, más tiempo se pasará en el mundo virtual durante los años formativos, tiempo que se podría invertir en interacciones cara a cara, en la construcción de relaciones sólidas o en la práctica de habilidades sociales”. La presión del mundo virtual y el impacto de la tecnología obliga a los mayores a proteger a los niños expuestos desde muy temprana edad a sufrir desequilibrios emocionales. El reto es conciliar su uso con el mundo que les tocó vivir. “Considerar las implicaciones de este problema para el futuro de la sociedad”.
POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
ESCRITORA, ART DEALER, AMA DE CASA Y MAMÁ
PAL