MALOS MODOS

El gran cuento de la meritocracia nacional

Sí: muy hábilmente, ha sabido inventar una infancia de marginalidad y miseria como parte de ese personaje que ha protagonizado, con enorme éxito

El gran cuento de la meritocracia nacional
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Se ha sabido vender, y los suyos han hecho y hacen lo propio, día sí y día también, más y más histéricamente según se acerca el 2024, como una persona surgida de la pobreza, y no solo eso: de la pobreza del México profundo; del México, si me permiten la expresión anticuada e incorrecta, provinciano, ese que no tiene acceso a los servicios más básicos de que sí disfrutan los chilangos o los habitantes del norte industrial. 

Vaya: de la pobreza que es dos veces pobreza. Más importante aun, se ha sabido vender asimismo como parte del México indígena, el México no dos sino ya tres veces pobre. Ya saben: cubrirse de bordados artesanales y arreglos de flores; participar en un ritual como de familia de San Ángel con temazcal que nadie se cree que sea propio de los pueblos originarios; darse una vuelta por las comunidades para tomarse la foto y asegurar que, por fin, ahí vienen la lana y la justicia. 

Sí: muy hábilmente, ha sabido inventar una infancia de marginalidad y miseria como parte de ese personaje que ha protagonizado, con enorme éxito, toda su carrera política. 

Ya saben: la criatura de zapatos rotos, alimentada con frijolitos y tortillas, que llega a la cima de la estructura política en contra de todo el sistema, con esfuerzo e integridad, sin perder la conciencia de sus orígenes ni por lo tanto su solidaridad, o más: su amor por los pobres, por los mexicanos de las comunidades más lejanas a las ventajas del siglo XXI.

Es indignante, claro. Todos entendemos lo de la realpolitik, pero esa instrumentalización de la pobreza… En fin, que es necesario desenmascarar ya a esa persona. 

La verdad es que proviene de la clase media, una familia de comerciantes, y que en el mejor de los casos es un mestizo, con abuelo español. 

Tampoco es cierto que encarne el espíritu antisistema. Ni de lejos. El hecho es que creció de la mano del priismo más corrupto y represor; que ha tenido a por lo menos tres partidos dispuestos a promover su carrera; que su familia y sus amistades se han beneficiado de muy jugosos contratos públicos; y que sus campañas y precampañas a diferentes cargos, por no decir que su vida entera, por varias décadas, tienen fuentes de financiamiento, para decirlo muy amablemente, inexplicables. 

Desde luego, tampoco tienen fundamento esos golpes de pecho, ese llenarse la boca con referencias a la ética inquebrantable que, dice, ha distinguido su trayectoria política, caso excepcional y casi único en este México roto por la corrupción. 

Por Dios, si no ha tenido empacho en trabajar con algunas de las figuras más siniestras de la política mexicana. Las pruebas están a la vista. Ahí tienen ustedes, pues, el gran cuento de la meritocracia nacional; del echaleganismo; de la superación desde el esfuerzo, no desde el privilegio. 

El mito del Benemérito de Macuspana.

 

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

LSN

 

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