¡Por fin llegaron las vacaciones montadas en una ola gigantesca de calor!
Concluido el calendario escolar los alumnos estarán haciendo las maletas. Quienes no puedan viajar, estarán planeando alguna diversión con los amigos o algo para disfrutar con la familia. Lo importante es cambiar de actividad y aprovechar este tiempo tan preciado de vacaciones porque, malgastarlas, sería lo mismo que malgastar la vida. En vacaciones hay que vivir de otra manera, pero no vivir menos. Hacer rendir el tiempo disponible en actividades creativas, divertidas y enriquecedoras, para regresar a clases con un incremento en acervo cultural y en estatura humana.
Actualmente existe un desorden que lo arruinan todo y que, aunque el refrán afirme lo contrario, en este caso el orden de los factores sí que altera el producto. Me refiero a ese aburguesamiento que nos lleva a dedicar el máximo de tiempo a las cosas más banales, dejando sólo migajas a las que más nos satisfacen. Basta con mirar el cúmulo de horas que invertimos en las Redes Sociales, para darnos cuenta en que gastamos o perdemos preferentemente nuestro tiempo. Martín Descalzo, escritor contemporáneo que dejó grandes enseñanzas, trata de explicar las categorías que definen el perfil del hombre moderno a través de una lista que más parece un trabalenguas: Nos divertimos mucho menos de lo que nos aburrimos, trabajamos menos de lo que nos divertimos, hablamos mucho menos de lo que trabajamos, leemos mucho menos de lo que hablamos, pensamos mucho menos de lo que leemos, sabemos mucho menos de lo que pensamos, amamos aún menos de lo que sabemos, existimos menos de lo que amamos. Y así terminamos siendo mucho menos de lo que somos.
El orden lógico de los factores sería a la inversa: empezar por ser y seguir por amar, saber, pensar, leer, hablar o conversar, trabajar, divertirse y al final —muy al final— dejar ese pilón que se cuela en todas las vidas y que consiste en aburrirse. Hemos de reconocer que también del aburrimiento han surgido grandes ideas y algunas ocurrencias. En la vida real el orden o, mejor dicho, el desorden de los factores que nos gobiernan va justamente en sentido contrario: la mayor parte del tiempo nos aburrimos, una buena parte nos divertimos o hacemos como que nos estamos divirtiendo y el resto, trabajamos, platicamos, leemos, pensamos, amamos. Sería un buen ejercicio ordenar estos verbos para caer en la cuenta del tiempo que invertimos en ellos. No hay que esperar que llegue una enfermedad, una tragedia o un revés económico para descubrir que la amistad es mucho más valiosa que todos los trabajos del mundo. Y que, aunque el trabajo es el principal oficio del hombre, medio para asegurar la subsistencia y fuente de realización personal, no menos importante es sentarse a platicar de vez en cuando, leer, pasear con la familia, cultivarse y dedicar tiempo a los amigos.
Por lo que respecta a la actividad suprema que es amar y sin la cual no vamos a lograr vivir plenamente, ésta no es excluyentes como son todas las demás actividades: si me dedico a escribir, me va a quedar menos tiempo para leer; si invierto todo mi tiempo en estudiar, voy a disponer de menos tiempo para divertirme o para fomentar la amistad; si me dedico a gastar, va a llegar el día en que se agoten mis recursos materiales. En cambio, puedo amar y al mismo tiempo ser más y no tener menos. Sólo necesito agrandar el corazón y tener bien despierta el alma.
Les deseo una vacación fructífera. Que al final seamos más ricos en amistad, en cultura, en conocimientos, en comprensión, en apertura a los demás, en capacidad de compartir, de escuchar o en el arte de saber amar. Que terminemos más ricos por dentro, aunque nuestros ahorros se vean disminuidos.
POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
ESCRITORA, ART DEALER, AMA DE CASA Y MAMÁ
PAL