La agenda populista parece haberse adueñado de todo lo relacionado con posturas vanguardistas consideradas de avanzada. A base de repetir un discurso cotidiano de desprestigio, contra todo aquello que se etiqueta de conservador, terminamos por condenar el término sin conocer siquiera su contenido.
Si preguntáramos a cualquier mujer que se considere liberal, ¿qué es lo que más desea?, ¿cuáles son sus metas, sus más grandes aspiraciones?, en otras palabras, ¿qué es lo que más ilusión le hace en la vida?, nos sorprenderíamos de lo conservadora que se vería al descubrir en sus respuestas tantas cosas que vale la pena conservar. Empezando por la salud, hasta seguir con el marido, el novio, el trabajo, los amigos, el ingreso y todo lo que tenga que ver con la estabilidad familiar, hasta la necesidad de conservar aquello que garantice la paz, la tranquilidad y el orden social. Parecería superfluo, querer conservar además el peso, la agilidad, la voz, el cutis o el pelo…, pero no lo es. Todo es importante para no caer en depresión
Frente al liberalismo populista que arremete sin sentido contra lo que consideran conservador, las mujeres tenemos que recuperar un discurso propositivo más que reactivo. Un discurso que responda a nuestros intereses más genuinos. En vez de propagar a través de las redes sociales o lo que peor, en vivo y en directo, emociones peligrosas como el miedo, el hartazgo, la ira, la envidia o la confrontación donde todos perdemos, las mujeres podemos privilegiar un discurso que recupere el entendimiento en lugar de la confrontación. La mayor parte de los problemas sociales que están en el foco de la opinión pública, importan tanto a quienes se consideran liberales como a quienes se creen conservadores. A todos interesa conservar el medio ambiente, las costumbres, las tradiciones y la cultura, lo mismo que el patriotismo y el amor a la patria. Qué importante es conservar la memoria histórica que nos impide caer en los errores del pasado.
Pienso que la contribución específica de las mujeres es recuperar los grandes temas que están quedando relegados. Prioridades que afectan a todos por igual por ser fundamento de estabilidad social. Temas que, lejos de ser vistos prioritarios en el discurso liberal, se perciben en ocasiones como políticamente incorrectos. La agenda de protección al medio ambiente, la conservación de las especies y el respeto a la naturaleza, debería incluir la protección de la vida humana en todas sus etapas, empezando por la de los más vulnerables, como son los que están en espera de nacer, hasta de los enfermos, ancianos y personas con discapacidad, cuyas vidas, amenazadas por el espectro de la eutanasia va siendo considerada de segunda.
Conservar y proteger a la familia, base de la estructura social, es otra prioridad que debe traducirse en políticas públicas que garanticen el bienestar de sus integrantes, por más liberales que resulten sus agendas. Promover que las parejas se comprometan en matrimonio para dar estabilidad a la familia, privilegiar que en los hogares haya un papá de tiempo completo que, junto con la madre, vele por el sostenimiento de los hijos, debería incluirse en las agendas más progresistas, porque se necesitan dos para educarlos, para hacer de ellos hombre y mujeres de bien, para inculcarles la práctica de las virtudes y las buenas costumbres.
Importa conservar la autonomía, integridad y autoridad de las instituciones de la sociedad civil, incluidas las de inspiración religiosa, que colaboran en la promoción del bien común. Como ven, es mucho más lo que interesa conservar más que destruir. En esta tarea las mujeres tenemos mucho que decir.
POR PAZ FERNÁNDEZ
ESCRITORA, ART DEALER, AMA DE CASA Y MAMÁ
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