Hablar de responsabilidad extendida del productor, implica que la gestión de residuos considere más que una política de reciclaje, un enfoque en el cual, quien genera un residuo se ocupa de él más allá de su comercialización y le da un nuevo valor en el mercado.
Esto significa que no basta con utilizar materiales reciclados en algún producto, sino que las empresas conviertan la basura que generan sus productos, en parte de su materia prima en la cadena de producción, con el objetivo de disminuir la generación de residuos.
En la Ciudad de México, de acuerdo con el Inventario de Residuos Sólidos de 2021 elaborado por la SEDEMA, del 100% de residuos que se originan en las casas, el 7.6% se destinan a la compactación, 16.1% se selecciona para reciclar o desechar, el 19.0% se ocupa para composta y el 57.3% es para disposición final.
Los residuos orgánicos naturalmente pertenecen al porcentaje que se utiliza para composta; aquellos que tienen una gran cantidad de materiales reciclables son los que se seleccionan; por su parte, los que tiene un nivel bajo de aprovechamiento se compactan o se mandan a disposición final.
Estas cifras obligan a abrir el debate sobre cómo mejorar la política de reciclaje, pero si algo ha quedado claro en el Congreso de la Ciudad de México, es que al debate le falta desarrollo; como se vio en el proceso de análisis de la Ley de Economía Circular, y la reciente modificación a la Ley de Residuos Sólidos.
Como lo manifesté en el debate legislativo, considero que nos estamos saltando pasos importantes, pues no hemos logrado una verdadera gestión de residuos, lo que dificulta el siguiente nivel, es decir, la Economía Circular: hoy no existen mercados secundarios de materiales suficientemente desarrollados pues, esto se consigue paso a paso.
En Chile, por ejemplo, en 2016 se promulgó la Ley para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje, y al paso de los años, se ha vuelto más operativa a través reglamentos enfocados en materiales específicos, empezando por envases y empaquetados, después aceites y lubricantes, y en 2019 iniciaron el estudio para recolección de pilas y derivados.
Sin duda, tienen claro que antes debe existir un mercado secundario viable y esto se logra con la responsabilidad de las empresas productoras. En la Ciudad de México, parece que urge ser punteros en legislaciones “novedosas”, a costa de evaluar el beneficio real a la ciudadanía. Mientras tanto los tiraderos ilegales al aire libre crecen y las cuadrillas de barrido manual no se dan abasto. La historia se cuenta sola.
Gaby Salido
Diputada local en la Ciudad de México / Congreso CDMX II Legislatura
@gabysalido
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