ENVÍO DIPLOMÁTICO

¿Qué pasa aquí?

Entre el fentanilo, México, Estados Unidos, las estrategias de combate al narcotráfico y el dimes y diretes

¿Qué pasa aquí?
Omar Hurtado / Envío Diplomático / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Desde hace años, muchos de nosotros hemos pensado y deseado un mundo maravilloso sin drogas ilegales, pero la realidad nos ha superado. El éxito de las drogas ilegales tiene muchas ramificaciones que se extienden a los ámbitos político, económico, social y militar, entre otros. El tema no es sencillo. Todo parece ser un círculo vicioso que, con sus variantes, se repite. En el caso de México y Estados Unidos hoy estamos ante la presencia de los lamentables estragos que causa el fentanilo y los opioides sintéticos en la sociedad estadounidense. El presidente Joe Biden afirmó que al menos cien mil personas de su país mueren por sobredosis de drogas al año, muchos de ellos por fentanilo.

El trasiego de fentanilo y su creciente producción clandestina en México, al igual que otros temas como el comercial y el migratorio, crea fuertes tensiones en la agenda bilateral con Estados Unidos. Sin menoscabar los atroces daños que causan las drogas y el narcotráfico en países consumidores, productores y de trasiego, desafortunadamente estos temas también son utilizados con fines políticos internos y partidistas en ambos países, con excesos demagógicos y hasta de surrealismo, lo que deriva en irresponsabilidades, falsas percepciones nacionalistas y aleja la posibilidad de alcanzar acuerdos bilaterales congruentes con la realidad para, por lo menos, contrarrestar sus actividades. 

Abatirlo, al menos en el corto o mediano plazos, ya son palabras mayores por la expansión y poder que han alcanzado en México los grupos delincuenciales. Así que, desde una visión pesimista, pero real, tendremos este flagelo por muchos años más.

Ante estas particulares situaciones nos podemos preguntar ¿el Estado mexicano tiene capacidad para enfrentar al crimen organizado? ¿hay voluntad para afrontar este flagelo?

¿qué pasa aquí?

Cabe destacar que, el problema esencial lo constituye el consumo en Estados Unidos; mientras exista mercado, existirá el narcotráfico, sino transita por México lo hará por el Caribe, por mar, por tierra o por aire o por donde tenga cabida. En esa sociedad de consumo y de felicidad algo está funcionando mal socialmente y será un tema para sociólogos, psicólogos, antropólogos y especialistas en asuntos de Estado.

El crimen organizado, específicamente el narcotráfico, es un problema transnacional, que requiere la inevitable cooperación de México con Estados Unidos y regionalmente con América Latina. Abordarlo unilateralmente no conducirá a ninguna parte. Su lucha demanda estrategias de expertos y, ahora, de largo plazo por el tiempo perdido. El crimen organizado aprovecha cualquier debilidad del Estado para crecer, no responde positivamente a “buenas voluntades”, analistas afirman que el poder de los cárteles mexicanos se ha exacerbado ante la falta de políticas integrales y oportunas para contrarrestarlo.

Los cárteles no tienen un carácter político-ideológico, aprovechan la economía de mercado, las estructuras de la democracia y la globalización para potenciar su poder, su objetivo es intimidar y asegurar su hegemonía ante otros grupos de delincuentes y crecer territorialmente, además de confrontar al Estado cuando es necesario. 

Es capaz de erosionar instituciones de la administración pública y constituye un riesgo para los procesos electorales y la democracia del país. Propicia altos grados de intimidación y corrupción en instituciones gubernamentales en todos los niveles, así como, tráfico de armas desde Estados Unidos para los cárteles, ante la incapacidad y la corrupción de autoridades de seguridad para contener este tráfico ilegal. Por su poder operativo y económico doblega a autoridades y controla territorios.

Finalmente, es necesario dar un paso más que produce urticaria a los hombres de Estado por sus consecuencias políticas: el debate sobre la estrategia de la “prohibición de drogas” aplicada desde la época del entonces presidente Richard Nixon. A pesar de estas medidas, la producción ilegal de drogas se ha incrementado y diversificado y el comercio ilícito ha crecido drásticamente. A excepción de la Cannabis se observa reticencia al tema. Es necesario que la sociedad civil y sus legisladores realicen deliberaciones profundas para la transición hacia otras opciones orientadas a la regulación legal y la despenalización, lo que no está generalmente en las agendas. Pero este puede ser tema para otro artículo.

Por lo pronto el círculo vicioso seguirá…rodando.

 

POR OMAR HURTADO
EMBAJADOR EN RETIRO
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