MEXICANOS PRIMERO

El matrimonio, un abdomen de “lavadero” y una buena política educativa

Y, sin embargo, la política educativa mexicana a nivel nacional se ha caracterizado por lo que, dicho con suavidad, es un vertedero de ocurrencias

OPINIÓN

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Antonio Villalpando / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La perseverancia es una de las cualidades más subestimadas por la cultura occidental. No forma parte de las cuatro virtudes cardinales enseñadas por Platón y el cristianismo; tampoco está entre las virtudes cardinales del mundo antiguo y estoy casi seguro de que tampoco viene en la adaptación de la Cartilla moral de Alfonso Reyes que publicó esta administración federal.

Y, sin embargo, ser perseverantes y consistentes en lo que hacemos es clave para lograr cosas tan envidiables como un buen matrimonio, un abdomen de lavadero y una buena política educativa. En esta última, que es la actividad más importante que puede desempeñar un gobierno o una sociedad, la consistencia es esencial para la consolidación de aprendizajes fundamentales, para el cultivo de las habilidades socioemocionales que tanta falta hacen hoy en día, así como para inculcar con el ejemplo la cualidad misma de la perseverancia.

Y, sin embargo, la política educativa mexicana a nivel nacional se ha caracterizado por lo que, dicho con suavidad, es un vertedero de ocurrencias.

Reformas, teorías y más reformas

Sin importar la perspectiva desde que se la mire, la política educativa mexicana es un collage, un galimatías en el que conviven buenas ideas, malas ideas, acciones a medio implementar, programas abandonados y epifanías religiosas o seculares, todo ello en perjuicio de los niños, niñas y adolescentes (NNA) de México.

Quienes llevan la cuenta de las reformas de nivel constitucional dicen que el artículo 3° ha sido reformado once veces. Por su parte, desde 1970 las escuelas de México han pasado por la teoría sociocultural, la teoría humanista, la teoría cognitiva, el regreso de la teoría sociocultural, el regreso de la teoría cognitiva, la teoría constructivista, el segundo retorno de la teoría cognitiva, la teoría conductista y dos o tres cambios de modelo más o menos cercanos al enfoque del aprendizaje por competencias.

Con el nuevo milenio llegaron las Escuelas de Tiempo Completo, el Servicio Profesional Docente, las Escuelas de Calidad, las Escuelas Dignas, la creación del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE)… así como la transformación, cambio de nombre, desfondamiento o desaparición de decenas de ideas, algunas buenas y otras no tanto –en muchos casos nos tendremos que quedar con la duda, pues algunos programas no anduvieron lo suficiente para ser evaluados—.

¿Te acuerdas de los bebederos en las escuelas de la reforma educativa del sexenio anterior? Las autoridades tampoco porque en muchas entidades están abandonados.

¿A la deriva?

Jacob Hacker, un politólogo estadunidense, llama “deriva de políticas” a este proceso: la acumulación de acciones gubernamentales incompletas, contradictorias y/o pobremente ejecutadas que hacen que una política pública fracase. Esto sucede más a menudo en países en los que, como en México, la victoria de una fuerza política implica la renovación total de la burocracia y en el que no existen (o se desaparecen) las instituciones que hacen posible la continuidad de las decisiones más relevantes pese a los cambios de gobierno.

Lo que sucede hoy con la política educativa nacional, específicamente con el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana, sigue el mismo patrón de las últimas décadas. Para algunos –me incluyo—, podría tratarse de un proyecto meritorio, de una buena idea que vale la pena explorar. Sin embargo, introducir un cambio curricular al vapor cuando no se han gestionado adecuadamente temas urgentes como el abandono escolar, la crisis socioemocional y la pérdida de aprendizajes fundamentales contribuye a esta maraña de proyectos sin terminar que es la educación pública en México.

Por ello, es imprescindible involucrar a toda la comunidad educativa en la promoción de las buenas ideas que tienen muchos(as) emprendedores(as) de políticas dentro y fuera del gobierno, así como en la exigencia de que se priorice la atención a los problemas de fondo con una perspectiva que vaya más allá de las próximas elecciones.

POR ANTONIO VILLALPANDO ACUÑA
INVESTIGADOR EN MEXICANOS PRIMERO
@AVILLALPANDOA

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