DESDE AFUERA

Una señal preocupante

De creer a una encuesta de la organización Rasmussen, 69 por ciento de los estadounidenses piensa que los cárteles mexicanos del narcotráfico son una amenaza para su país y desean que sean designados como organizaciones terroristas

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De creer a una encuesta de la organización Rasmussen, 69 por ciento de los estadounidenses piensa que los cárteles mexicanos del narcotráfico son una amenaza para su país y desean que sean designados como organizaciones terroristas.

Rasmussen, una encuestadora sólida aunque vinculada con las causas republicanas, consignó que su más reciente encuesta nacional, hecha por teléfono y en línea, "encuentra que 79 por ciento de los probables votantes estadounidenses creen que los cárteles de la droga mexicanos son una amenaza grave para Estados Unidos, incluido 55 por ciento que dice que la amenaza es muy grave. Sólo 16 por ciento no cree que los cárteles de la droga sean una amenaza seria".

Al margen de la posible inclinación de Rasmussen, los números son preocupantes, sobre todo, en un país que en el mejor de los tiempos es paranoico y en tiempos de crisis puede ser agresivo.

Aunque lejanas, en términos reales, aún así las posibles consecuencias de una designación de ese tipo podrían acercarse demasiado si la negativa opinión se extendiera más o fuera más profunda y alcanzara a audiencias demócratas.

Hasta ahora, de hecho, los principales propagandistas de la "amenaza mexicana" son los republicanos  "beneficiarios" de los problemas mexicanos y temas como el de Matamoros, que desató la actual polémica binacional, son en su beneficio.

"Encaja perfectamente con la narrativa que los republicanos están desarrollando sobre México una vez más, que es un lugar peligroso que es el hogar de un Estado fallido que no puede controlar a los narcoterroristas, y sobre la Administración (de presidente Joe) Biden, que no está haciendo nada para lidiar con una amenaza a la seguridad nacional en nuestra frontera sur.

"No creo que la Administración Biden sucumba a esta presión de hacer algo por la razón que señalé anteriormente. Pero si aumenta la presión, es posible que se vea obligado a actuar a finales de este año o en 2024 a medida que se acercan las elecciones", me dijo recientemente la prestigiosa académica Pamela Starr.

Y ese es el problema. El único relativo aliado del gobierno mexicano ahora es la administración de Biden y el presidente Andrés Manuel López Obrador y algunos de sus colaboradores parecen empeñados en patearles las espinillas para demostrar independencia.

Está bien. Ese ha sido el juego, más o menos durante los últimos 40 o 50 años. Pero el actual momento no es el más oportuno para un altisonante debate público que pudiera exacerbar ánimos paranoicos o nacionalistas en ambos lados de la frontera.

Está bien tener simpatía por el gobierno de Cuba, en recuerdo de su pasado revolucionario, proclamarse "de izquierda" y hasta mantener abierta la puerta para los muy condenables regímenes de Nicaragua y Venezuela, pero los intereses esenciales de la nación están al norte, no sólo por comercio e inversión sino por integración económica y social.

 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

 

LSN