Parafraseando a Pablo Neruda, mucho puedo escribir sobre las tristezas más grandes de estos tiempos; saber lo que hemos perdido en salud pública. Sin embargo, basta un breve recuento de los hechos, de las verdades de lo que sucede y de los muertos. Cifras que no requieren mayor análisis, porque los datos, que son personas, hablan por sí mismos.
Con la llegada de la 4T se truncó el derecho a la salud. La desaparición del Seguro Popular no ha sido compensada ni por el INSAB ni por el IMSS Bienestar. Se han dejado a cientos de miles de personas sin medicamentos, sin tratamientos, sin camas, sin doctores.
La Secretaría de Hacienda informó que los recursos dados a los estados para la implementación del “Programa de Atención para la Salud y Medicamentos Gratuitos para la Población sin Seguridad Social Laboral” se redujeron en un 4.3% entre 2021 y 2022. Traducción: menos salud para quienes de por sí pocas oportunidades tienen de ser atendidos.
En México se dejaron de producir vacunas para enfermedades como viruela, sarampión, rabia o poliomielitis. Eso sí, mucho se presume que el director de Birmex sea un General de División Diplomado del Estado Mayor. Jens Pedro Lohmann no tiene conocimientos sobre la elaboración de vacunas…
Y así, BIRMEX pasó de ser productora de vacunas a una distribuidora de medicamentos con pérdidas multimillonarias; no son pocos los casos para los que ni siquiera se informó a quiénes y a dónde se mandaban los mismos.
Se agregan otras chuladas como las siguientes: funcionarios de Américo Villarreal en Tamaulipas fundaron Grupo OSHERX, el cual consiguió un contrato con el IMSS por 57 millones de pesos. Luego, supuestamente enviaron medicamentos biotecnológicos al IMSS en Acapulco, pero sin garantía de preservación y/o cadena de frío. O también la suspensión del tamiz neonatal desde 2019 en al menos 12 estados de la república, acompañada de la petición que hizo la Secretaría de Salud federal de que los gobiernos estatales se hicieran de dicho tamiz. En “las mentiras de Vilchis” se niega lo anterior, pero ahí están los hechos para comprobarlo.
México pasó de ser uno de los diez países con mayores porcentajes en vacunación (95%) a no lograr las coberturas necesarias para prevenir brotes. Las tasas de cobertura de BCG (56%), hepatitis B (56%), sarampión y rubéola (73%), difteria, tosferina y tétanos (82%), además de otras que han venido disminuyendo progresivamente desde 2020. Dato importante: cuando no se alcanzan los niveles del 95% es imposible prevenir brotes. Por eso se puede explicar el incremento en casos de paperas, viruela y tosferina en el país.
Somos de los países con menor cobertura en vacuna para el VPH (Virus Papilo Humano). No se alcanza ni el 1% (todos estos datos pueden consultarse en el reporte OMS/Unicef 2022).
El acceso a la salud disminuyó del 16.2 a un 28.2% a partir de 2018 y hasta 2020. Desapareció el fondo para enfermedades catastróficas que disponía de 33 mil millones de pesos y a la fecha no se sabe qué sucedió con ese dinero.
La precaria situación de salud y la disminución de la esperanza de vida (que se redujo de 74 a 70 años en los últimos cuatro años) se reflejan en la forma en que México también ha descendido en el IDH (Índice de Desarrollo Humano). En 1990, México ocupó el lugar 62 de 191 naciones. Para el 2019, antes de la pandemia, ya teníamos el lugar 74, y para el 2021 descendimos al lugar 86 (es decir, no es válido culpar al covid; el resto de las naciones no sufrieron estos descalabros). Lo grave de lo anterior (además de que la población vive peor que antes), es que esta caída es tres veces mayor a la caída promedio del resto del mundo ‘como producto de la pandemia’. Y estas son solo algunas muestras de la pésima gestión a cargo del señor Hugo López-Gatell.
Además de lo anterior, apenas ahora el INSABI “reportó” que más de 27.9 millones de medicamentos, del total de compra para 2023-2024 NO se consiguieron (entre otros: desabasto de vincristina —tratamientos contra el cáncer— y fórmula para lactantes en polvo o en líquido). En fin, hay hay faltantes de medicamentos desde “básicos” oncológicos como la Lenalidomida, hasta avanzados como el Daratumumab o el Ixazomib.
En todos los Institutos Nacionales de Salud faltan medicamentos oncológicos de alta especialidad.
El gobierno federal oculta o miente sobre todo lo anterior.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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@MALOGUZMANVERO
LSN