Increíble, pero cierto, el gobierno federal prefiere sabotear una inversión de miles de millones a que Tesla se quede en Nuevo León. El futuro tocó las puertas de nuestro país para insertarlo de lleno en la fabricación de automóviles eléctricos, y la respuesta de la 4T es ahuyentar esa posibilidad.
La propuesta de López Obrador de llevarse a Tesla al AIFA es infantil y vulnera las posibilidades reales que sí tiene Nuevo León.
Argumentar que esta entidad no tiene suficiente agua es absurdo, ya que para la fabricación de esos automóviles el uso de agua es mínimo. En cambio, ubicar la planta de Tesla en Hidalgo junto a Felipe Ángeles, con objeto de impulsar al aeropuerto, encarece la producción de los coches y los hace incosteables (la razón de Tesla para considerar NL es justamente el disminuir los costos de traslado hasta Estados Unidos de las unidades producidas).
Así, la “propuesta” alternativa de López Obrador muestra la peor cara de su transformación: lo que no pueden tener o, bien, no es abiertamente a favor de la 4T, que mejor no exista.
El problema con López Obrador nunca ha sido lo que presenta como buenas intenciones, sino que concretarlas parte de un error fundamental: emparejar hacia abajo y rara vez —si no es que nunca— hacia arriba.
Y en ese sentido, la idea de llevar a Tesla, como a otras fábricas al sur del país para desarrollar esa zona, es falsa. Empezando porque el presidente fue quien mandó desaparecer el programa de Zonas Económicas Especiales que tenía como propósito impulsar, vía incentivos, la inversión en infraestructura y capacitación. El obradorismo quitó las bases mismas para ese desarrollo y ahora, incongruentemente, clama que la inversión debe ir a Tabasco, Chiapas, Campeche y Quintana Roo.
El emparejar hacia abajo significa reducir disparidades empeorando la calidad laboral, productiva y de vida de todos. Igual de jodidos, pues.
Ejemplos sobran: eliminar guarderías y en su lugar pagar cada tres meses a madres de familia una cuota que ni remotamente compensa la pérdida; destrozar el abasto y distribución de medicamentos a nivel nacional argumentando corrupción, pero ser incapaces de generar un sistema alternativo que al menos funcione igual de eficientemente que el que existía antes (corrupción incluida). Y así nos podemos seguir.
En el caso concreto que nos ocupa —la presencia de Tesla en México.— el propósito del gobierno ha dejado de ser mejorar la vida de los más desfavorecidos. Claramente —y el propio López Obrador lo plasmó así— su régimen busca usar a los pobres para atacar al “capitalismo” y al “neoliberalismo”. Esto es, todo a costa del bienestar de la población, empezando por la menos favorecida.
El que Tesla se quede en Nuevo León favorecería a todos los trabajadores mexicanos que laborarían en dicha planta. No a los empresarios regios, sino a la gente “aspiracionista” que se ha capacitado para poder trabajar en una de estas grandes industrias. Sin embargo, se prefiere denigrar a Nuevo León y ofrecer un sitio que no es racional desde el punto de vista económico —y tampoco en un sentido de justicia social—: muy lejos de la frontera norte del país y que no cuenta con todos los requisitos que Tesla busca para establecerse.
La 4T obvia todo lo anterior porque le urge encontrar algo que impulse a Santa Lucía, aeropuerto que, por cierto, se creó bajo el mismo esquema equivocado: en lugar de seleccionar un sitio con alta demanda de pasajeros, se creó el sitió para después atraer usuarios e inversiones. Con el “cortejo” que ahora hace AMLO de Tesla es igual: no se está considerando la ubicación ideal, donde haya mano de obra calificada, experiencia logística, cercanía con EEUU, manejo del habla inglesa y población que cuente de por sí con un buen nivel de matemáticas e ingeniería, proveeduría cercana, energía eléctrica, gas, etcétera.
Al parecer López Obrador tampoco está dispuesto a apoyar inversiones si estas no aterrizan en entidades comandadas por Morena. Lo correcto, en cambio, sería que el gobierno federal apoyara al gobierno estatal para que pueda concretar el proyecto.
Cada vez con mayor frecuencia México se queda “como el perro de las dos tortas”, cortesía de la Cuarta Transformación. O bien no se concretan los proyectos o estos se dan incrementando las pérdidas (subsidios de todo tipo) para el erario. No me sorprendería que eso termine ocurriendo con Tesla.
Así se las gasta nuestra clase gobernante: emparejar hacia abajo es lastimar todavía más a este país.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
@MALOGUZMANVERO
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