Columna invitada

La educación se da en la familia

La escuela enseña, la familia educa. Somos los padres los encargados de transmitir a nuestros hijos una visión de los temas relacionados con la sexualidad y la afectividad

La educación se da en la familia
Enrique Rojas / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Es frecuente leer que dirigentes socialistas insistan en que los hijos no son de los padres, sino del Estado. Tengo amigos socialistas que me han dicho la barbaridad que significa esto, el poco sentido educativo. La familia es la célula básica de la sociedad y debe ser cuidada con esmero de artesano. La escuela enseña, la familia educa.

Hay una clara diferencia: enseñar es comunicar conocimientos y promover actitudes. Mientras que educar es acompañar a alguien para que saque lo mejor de sí mismo y se desarrolle como persona. Dejar la educación en manos del Estado recuerda regímenes totalitarios, fascistas, que se dedican al adoctrinamiento de la gente según sus propias ideologías.

¿Por qué los padres tienen el derecho de educar a sus hijos? La respuesta es: porque ellos los han engendrado y son ellos los responsables de enseñarles principios centrales sobre cuestiones como cuál es el sentido de la vida, la moral, el mundo de la afectividad, cómo enfocar de forma sana y equilibrada la sexualidad, etcétera. Para enseñar matemáticas, geografía o física, sí puede el Estado dar unas orientaciones generales sobre esas materias, pero en asuntos que atañen a una cierta intimidad, la libertad es de los padres. Los padres son los guardianes de sus hijos, por razones biológicas y sentimentales, pero no son los propietarios; es más, parte de la educación consiste en mostrarles la importancia de la libertad, como pieza clave del ser humano.

El asunto es que el Estado y la escuela pública sean neutros, en temas discutidos y discutibles, que tienen una especial relación con la moral y la religión. El Estado lo que no puede hacer es imponer, en un proceso de ingeniería de conducta, su ideología, como ocurrió en épocas totalitarias bajo tres notas concretas: igualdad, tolerancia y respeto a la diversidad.

Una cosa es respetar eso y otra, que esas minorías impongan una disciplina educativa sobre un tema tan central de la vida de un ser humano, como es la gestión de la sexualidad. Hemos pasado de la Revolución Sexual del mayo del 68 a lo que hoy está sucediendo: la Revolución Sexual Global, que significa derribar la naturaleza sexual de la persona humana en su dualidad hombre-mujer, para dar lugar a una especie de libertad sin restricciones, que destruye la sexualidad natural humana y, en consecuencia, el matrimonio y la familia.

Esta ideología promete una vida sexual sin ninguna reglamentación. Los nuevos inquisidores llaman retrógrada y de ultraderecha al que no sigue o acepta estas premisas. Se juega con el lenguaje descalificador. El nuevo inquisidor hace esclavos, mediante el espejismo de un sexo sin reglas. Es la eutanasia de la libertad. Pregonan la emancipación total de uno mismo. Ya no existe lo normal, sino que la conducta depende de lo que uno quiera. Eliminando la distinción entre hombre y mujer. Y a las nuevas generaciones se les enseña la ideología de género como un logro del pensamiento moderno. Es un nuevo totalitarismo. Adoctrinar a los niños y a los jóvenes de la completa libertad de elección sexual y todo lo que de ahí se deriva. Hemos pasado de la lucha de clases a la lucha de sexos.

Ya no es la separación entre amor y sexo, sino la trivialización de las relaciones interpersonales, en donde el otro es convertido en objeto. El otro es objeto de placer.

En la naturaleza está escrita una ley de moral o de conducta, la cual debe ser respetada. La ley natural es la gramática de nuestra naturaleza. Y no puede ser manipulada al antojo de estas ideologías sin base antropológica, que son una moda progre.

Estamos ante una revolución cultural: la ideología de género y el transhumanismo producen un ser humano solitario y sin vínculos: nómada, desorientado y sin rumbo.

Somos los padres los encargados de transmitir una visión de los temas relacionados con la sexualidad y la afectividad, que se aleje de la permisividad y el relativismo, ese binomio disolvente que deja al ser humano perdido y sin rumbo y a la deriva. Sus hijos son hoy: la ideología de género y del transhumanismo.

Ese es el reto, hoy y ahora. La educación se da en la familia. Hay que dar esa batalla con buena cabeza y optimismo.

POR ENRIQUE ROJAS

Catedrático de Psiquiatría y director del Instituto Español de Investigaciones

Psiquiátricas de Madrid

@DR_ENRIQUEROJAS

MAAZ

 

Temas