Definiciones

Seguimos igual

Las posiciones parecen irreconciliables. La brecha de la polarización lejos de cerrarse, se ensancha

Seguimos igual
Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Estamos igual que cuando empezamos: polarizados. En ciertas capas de la sociedad, las posiciones son irreconciliables.

Unos ven en el gobierno del presidente López Obrador al mejor en años, y otros, lo consideran un desastre. Para los primeros, todo perfecto. Según los segundos, no hay nada rescatable. Imposible encontrar matices. No hay punto medio.

O se está en un bando, o se pertenece al otro. O se aplaude todo, o se quiere destruir el proceso de transformación que empuja AMLO. O se critica todo, o se le sigue el juego al Presidente.

En medio, nada, casi nadie. Imposible estacionarse al centro y reconocer fallas y también virtudes; yerros, pero también aciertos.

Difícil reconocer, por ejemplo, que se haya logrado inaugurar el primer tramo del Tren Maya, cuando hace décadas no se ponía en marcha una obra de semejante magnitud (473 kilómetros, de mil 554 que tendrá en total), y a la par criticar el sobrecosto del mismo: se presupuestó en 120 mil millones de pesos, y lo gastado ya ronda los 300 mil millones, aunque para 2024 se le asignaron otros 120 mil millones.

Ni el sexenio, ni el Presidente, ni el Tren son blanco y negro.

El proyecto es plausible y detonó empleo, pero en su construcción tuvo un cúmulo de inconsistencias, de lo medioambiental a lo financiero. Una y otra cosa deberían ser válidas para el análisis.

En un país donde es poco común que proyectos de infraestructura vean la luz con prontitud –ahí está, para ilustrar, la obra inconclusa del Tren México-Toluca que Enrique Peña Nieto se comprometió a inaugurar-, AMLO entregará el Tren más largo que hoy por hoy se esté construyendo en el mundo. No es cosa menor. ¿Costó más de lo presupuestado? Sí. ¿Dañará al ecosistema? Ojalá no. ¿Atraerá turismo? Esperemos que sí. Sería deseable un análisis más allá de prejuicios ideológicos y electorales.

Otro ejemplo: la SCJN. Para el bando de la 4T, la Suprema Corte está integrada por un grupo de “conservadores” que solo defienden “privilegios”. Para los otros, la Corte es la última resistencia frente al régimen autoritario al que nos conduce AMLO.

Los primeros, defienden, pues, que el Presidente haya designado integrante del máximo tribunal a una militante de su proyecto, que defenderá las decisiones de su gobierno: Lenia Batres. Para los segundos, es una afrenta a la autonomía e independencia del Poder Judicial. Hay verdad en ambos.

La Corte, en su mayoría, se percibe muy lejana al sentir de los ciudadanos. Y es innegable que el Presidente impuso a través de una maniobra a una incondicional, lo que rompe el espíritu de soberanía de la SCJN.

Y así podríamos enlistar un sinfín de casos recientes: de la crisis en el Tribunal Electoral –en plena temporada electoral-, a la propuesta para desaparecer órganos autónomos (porque “no sirven para nada”); y otros no tan recientes: de la construcción del AIFA a la creación de la Guardia Nacional.

Situados en los absolutos, hay pocos espacios para un análisis lejos de los prejuicios.

Las posiciones parecen irreconciliables. La brecha de la polarización lejos de cerrarse, se ensancha. La espiral de confrontación se ha convertido en círculo vicioso. Y eso que las campañas no han ni empezado…

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN

M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM 

@MLOPEZSANMARTIN

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