Columna invitada

Federico Silva, creador combativo

Es una referencia obligada en el territorio vastísimo de la cultura. Peregrino entre géneros artísticos

Federico Silva, creador combativo
Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El viernes 29 de septiembre la exposición “Federico Silva, creador combativo” que conmemora el centenario de su natalicio y el vigésimo aniversario del Museo de Escultura Contemporánea que lleva el nombre abrió sus puertas en San Luis Potosí. Se trata del único recinto en América Latina y el Caribe dedicado a la volumetría y la tridimensión. Su legado está tan vivo que nos orilla a referirnos a él en presente. Es un creador combatiente, dueño de conciencia ciudadana, crítico de las desigualdades y los agravios, promotor de la igualdad de oportunidades y defensor a ultranza de los derechos de los indígenas, las minorías y las mujeres. Autodidacta ilustrado y hasta enciclopédico marcado desde siempre por la curiosidad y la pasión por el conocimiento: investigar y desarrollar soluciones a los desafíos de su proceso creativo, así como buscar respuestas a los interrogantes que le planteaba la realidad social y política. Hombre crítico a la altura de sus circunstancias. 

En su primer siglo de vigencia habrá que subrayar lo evidente: nos hace falta, lo echamos de menos. Es una referencia obligada en el territorio vastísimo de la cultura. Peregrino entre géneros artísticos, desde la escritura hasta la escultura, incluyendo los aportes de la ciencia y la tecnología, entre ellos su riquísimo cinetismo. Todo le interesó: el hombre como núcleo de la existencia, su entorno natural y social, así como el cosmos y sus secretos. Dudó de las apariencias, no lo abrumó la cáscara del mundo, por ello se sumergió en sus mecanismos de operación. La fábrica de sus obras, auténticas constelaciones, desconoció el reposo. El distanciamiento con las formas del realismo, si bien estilizadas en su corpus, no constituyó un abandono de los contenidos y las intenciones de la Escuela Mexicana de Pintura. La herencia de los antiguos mexicanos se convirtió en prioridad de su agenda. Guardián de la tradición, siempre dispuesta a renovarse. El Museo salvaguarda la donación generosa de buena parte de su manufactura de mitos y emblemas, bodega de las ilusiones y cofre repleto de gemas plásticas. 

Apuntar, siquiera, su impacto internacional, en especial las esculturas que tiene desperdigadas en Francia, Japón, Estados Unidos, España, Jamaica o Suecia; como también su presencia en los estados de la República, y aún en la Ciudad de México (El espacio escultórico en Ciudad Universitaria, como botón de muestra), resulta tarea casi imposible: un alud de belleza. Por todo lo que nos ha dado, Federico Silva es una de nuestras más entrañables y ricas señas de identidad cultural, amén de ser un ejemplo político de dignidad e independencia. Le debemos el reconocimiento profundo a su trayectoria, una obra dilata y de singular inteligencia y belleza que lo convierte en el más completo y destacado artista de su generación. Sin duda, su vocabulario plástico es expresión rotunda de su genialidad, manifiesta el triunfo de su rebeldía. 

Así de total fue, es y será este inventor de formas, alquimista de materiales e intangibles, ingeniero de espíritus, hacedor de espacios... Levanta el vuelo por su propio poder, desafiando el sueño y la vigilia, en estos sus primeros cien años... 

Le rinde pleitesía el Museo Federico Silva Escultura Contemporánea, casa de buena parte de su memoria, y lo hace gracias a la imaginación y el denuedo de Enrique Villa Ramírez, su director general, y su magnífico equipo de trabajo cada vez más reducido, sacándole jugo milagrosamente a los magros presupuestos, siempre insuficientes y en permanente recorte, en compañía luminosa, intelectualmente fecunda, de María Esther González Tovar, brillante terapeuta de las conciencias, compañera de vida durante casi cuatro décadas del maestro y heredera universal de sus derechos, así como de Isabel Galán, coleccionista de altos vuelos (en particular de Germán Cueto) y gestora cultural potosina, ambas colaboradoras honorarias del MFSEC en su órgano de gobierno. Gracias a ellos, gracias a Federico Silva.

POR LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM

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