Vivir una sequía a los 40 grados, es vivir momentos de violencia, momentos de desesperación, momentos terribles como cuando en Pesquería un grupo de personas golpearon a los empleados de agua y drenaje o cuando una señora en Guadalupe formada en una fila de una pipa, enjuagó su cubeta y tiro el pequeño chorro y los vecinos la golpearon salvajemente.
El impacto de la sequía en Nuevo León ha sido desgarrador en la vida de las personas, quedarse sin agua por semanas, la escasez de agua de garrafón, elevar las cuotas del consumo de agua por parte del Congreso del estado, cuando son quienes deberían de proteger a la ciudadanía; la frustración ante el gobierno que entrega a manos llenas el agua a empresas, haciendo que la sequía sea producto de un saqueo, donde todo este sentimiento social termina cayendo en una señora que se atrevió, a tirar un chorro de agua ante la presencia de vecinos que, al igual que ella, tenía horas en una fila.
Siempre digo que lo único que hay en Nuevo León es producto de la cuarta transformación, los programas sociales que llegan a los adultos mayores, a los niños con discapacidad, a los jóvenes estudiantes, la nueva carretera elevada que va directo de Monterrey a Saltillo, la presa Libertad y el 13 de septiembre se inauguró el tan esperado acueducto El Cuchillo II.
Este acueducto es una obra presidencial, es la obra más grande que ha tenido Nuevo León en los últimos años, tuvo una inversión federal de 4,743 MDP, se construyó en tiempo récord y se les dio prioridad a las empresas locales que crearon más de dos mil empleos.
La meta principal de este acueducto es atender la principal queja del pueblo de Monterrey y municipios conurbados, garantizando el agua por más de una década para este estado y toda el área metropolitana que de ahí se abastece.
POR PAOLA GONZÁLEZ
@PAOLAGZZCAS
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